viernes, 26 de septiembre de 2008

Verdezoto retrata la emigración

Ecuador.- ¿Quién es? Ganador del último Salón de Julio en Guayaquil. Tuvo su primera exposición de pintura, "Sin embargo nadie vio nada", en 2006; al año siguiente fue el turno de "Sin embargo no viste todo", que incluyó un libro.

El arte de Geovanny Verdezoto vive un gran momento: ganador de Salón de Julio y finalista para el Premio Petrobras, en Buenos Aires, Argentina.

Ahora, el artista nacido en Santo Domingo de los Colorados, propone un viaje de descubrimiento por la emigración en Italia, en su nueva exposición titulada Roma oculta, que se inaugura hoy en la Universidad católica, a las 19:30.

Vedezoto conversó con HOY sobre su proceso creativo, fotografías panorámicas pegadas para lograr una visión completa, y del oficio del artista.

¿Cómo nació la idea de fotografiar la emigración?
Fue de una experiencia personal. Fue con una fotografía que tomé de la cocina de la casa de mi abuela en Guaranda. Esa foto me inspiró a recorrer su casa, luego la de los vecinos, quienes me dieron testimonio de familias incompletas por la emigración.

El tema de la emigración es un recurrente. ¿Qué aporta su exposición de diferente?
El tema ha sido desgastado, pero creo que los temas no se agotan, sino los modos de ver. Acá se ha explotado el tema desde el lado pesimista: el coyotero, la travesía, la falta de oportunidades... Yo he puesto una visión en Roma oculta: la emigración de chinos, africanos, filipinos, etc., desde su cotidianidad.

¿Enfocada desde qué ángulo en particular?
Es difícil topar el tema desde un punto de vista objetivo, por lo que es importante el tema social; en este caso, la emigración desde un punto de vista más digno. Se me ha dicho que no soy un fotógrafo porque manipulo la realidad al pegar fotos, pero yo creo que estoy haciendo una interpretación muy propia con un lenguaje diferente.

Y tendría sus dificulatades, ¿no es cierto?
Tuve que ser como un espía para fotografiar la Roma oculta: muchas veces lo hice con la cámara desde el pecho, disimulando. Además, allá existen leyes que prohíben fotografiar a una persona sin su autorización, pues te puede demandar.

Aparte de las leyes, ¿hubo algún reto con los emigrantes?
Fue muy duro tratar con emigrantes porque muchos no querían fotografiarse por miedo a la deportación; entonces yo debía explicar que era artista, pero no todos accedían.

¿Cuál fue la parte más dura de retratar este fenómeno social?
Me involucré demasiado y, muchas veces, terminé llorando.

¿Se basa en algún código ético para fotografiar el drama humano?
Sí, hay cosas que no fotografiaría. En Roma tuve situaciones en las que preferí quedarme con el recuerdo que tomar la foto, porque son experiencias muy fuertes.

¿Algún recuerdo en especial?
Para meterme en los ambientes que quería, tuve que mentir para comer con los necesitados. Me sentía mal porque le estaba quitando el plato de comida a alguien. Cuando estaba con la comida servida en un hospicio, vi a un punkero, una prostituta, un vagabundo barbado, travestis... En sí, una escena maravillosa que me hizo sentir mal. Entonces decidí no tomar la fotografía, pero no me arrepiento porque la guardé para mí.

Entonces hay ética en Roma oculta...
Es importante no perder la esencia de uno; por eso mi apreciación es muy honesta: lo mío es arte. La esencia de mi trabajo es pictórico, más que fotográfico. (RR)