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CITA mes de Diciembre 2008

La reproduccion de la obra de arte no solo esta condicionada por la manera de ver del fotografo, sino tambien por la del que mira la fotografia.

Gisele Freung (La fotografia como Documento Social)

martes, 16 de septiembre de 2008

Korda reconocido

VIRGINIA ALBERDI BENÍTEZ

Cuba.- Antes de que en la Isla cambiaran las cosas, Alberto Díaz se había situado como paradigma ser el Richard Avedon cubano: el fotógrafo gurú de la moda, el fijador del glamour, el hacedor de caminos para las futuras estrellas. Y no fue poco lo que hizo: posiblemente en América Latina no haya habido en los cincuenta ningún otro fotógrafo que reflejase el mundillo de la moda con tanta penetración y adelantamiento. La marca del Studio Korda (se escribía así, a lo "americano") comenzó a ser su marca personal, la de Alberto Korda, proa de una trinidad de fotógrafos (Luis y Genovevo) que trocaron sus apellidos por el de un famoso director de cine británico de origen húngaro (Alexander Korda, el de La vida privada de Enrique VIII) cuya grafía recordaba de algún modo el sello distintivo de la reina de las películas, el imperio Kodak.

Los espejuelos de Fidel, una instantánea reveladora de la poética de Korda.

Pero en Alberto, la guaracha de Carlos Puebla cambió de verbo: llegó el Comandante y mandó a cambiar. Korda cambió y de qué modo. Registró con puntualidad e imaginación al líder de la Revolución en aquellas largas jornadas de épica transformación y le tomó el pulso al pueblo en calles y plazas, por primera vez protagonista de su destino. Y no por estar en el momento y lugar indicados, sino por su enorme sensibilidad y probado talento, consiguió el célebre retrato de Ernesto Guevara que le ha dado varias veces la vuelta al mundo.

Ese es el Korda más cercano. Pero no el único. Por eso la muestra Korda, conocido, desconocido, abierta en la Fototeca de Cuba, es un verdadero reconocimiento de una obra gráfica de la que no podemos prescindir.

En un despliegue museográfico de gran mérito —Cristina Vives y Diana Díaz, esta última su hija y albacea, curaron la muestra, trabajo en el que intervino también José A. Figueroa, uno de los más destacados discípulos del fotógrafo—, el espectador entra en contacto con muchas imágenes no vistas con anterioridad, tomadas por Korda y a Korda hasta llegar a un total de 170 obras más 35 gigantografías.

El planeamiento temático de la exposición permite seguir el desarrollo de una concepción estética de la fotografía: la moda, los líderes, el pueblo, el mar¼ un registro variado e intenso en el cual se nos revela la sagacidad de las composiciones, la poética del gesto, el balance de los espacios, el contrapunto entre los sujetos fotografiados y su contexto —y el poder de sugerencia por encima del dato fijado en cada instantánea.

En un ensayo sobre Korda, el crítico norteamericano Bill Lazarow hacía notar cómo aún en los instantes de mayor epicidad de su obra, el artista se las arreglaba para componer metáforas y abrir rutas para el entendimiento de la realidad más allá del hecho gráfico en sí mismo.

Ayer domingo, el artista hubiera cumplido 80 años de edad. Si la muerte no lo hubiera sorprendido el 25 de mayo del 2001, Korda habría ampliado seguramente su obra, pues siempre estaba abierto a la creación.

Para suerte nuestra, no fue Avedon, sino sigue siendo Korda.

Fuente: Diario Granma


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