"Mi vida es estar tomando fotos"

JULIO MARTÍNEZ MOLINA
No todos los días un periodista se lleva el gordo de conectar con entrevistados parecidos a Ángel Peña, un tipo singular, ungido a dos santiguadas de los dones de la inteligencia y la picardía, chispeante al entregar al lector respuestas que transmiten su amor a la vida y su devoción por la fotografía.
Alguien que podrá parecer polémico, contradictorio e incluso irreverente en ciertas apreciaciones, pero a quien resultará difícil cuestionar, en ningún caso, la rotunda sinceridad de sus palabras.
Peñita, como le conoce la mayoría de las personas y además en el argot artístico, vive dos momentos señalados de su carrera: los treinta años de vida artística, y el montaje por espacio de un mes en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) de Cienfuegos —organización a la cual fue el primer fotógrafo de la provincia en acceder, en 1993— de su nueva exposición, titulada Inventario.
Conocido en los medios culturales desde que par de décadas atrás obtuviera una serie de relevantes premios en importantes salones del país, el artista en realidad ha mantenido un vínculo indisoluble con la fotografía desde su adolescencia, etapa en la cual conoció a profesionales de este oficio que lo indujeron a practicarlo en lo adelante, cree que para siempre.
— ¿Con una cámara al cuello, se es ya fotógrafo?
—La fotografía es el laboratorio, estar mucho tiempo en el cuarto oscuro, disfrutar lo mismo un viraje a sepia que la mínima acción técnica, dominar los negativos, conocer las opciones de la máquina.
"Conozco gente en la actualidad que tiran fotos (para no decirte tiradores) que no saben para que se utiliza el botoncito de una cámara. Una de las cosas que tú disfrutas es coger la película, revelar. Hay fotógrafos profesionales de ahora que tiran y miran, tiran y miran… Con el negativo tú no podías mirar mi hermano; cuando podías hacerlo era después que revelabas.
"Yo no miro en la digital, sé que no peco de modesto al decírtelo, pero es la verdad. El que coge una cámara y aprende a tirar nunca lo deja… Lo que pasa es que se trata de un hobby muy costoso, tienes que hacer cifra y sociedad para dedicarte a eso".
— ¿Ahí entran los montajes, tan proliferados en la era digital a la cubana?
—El montaje es kitsch, es algo que está condicionado por el gusto de ciertas personas. Yo he hecho montajes, pero no lo que se estila… jamás he puesto el caballito, la nieve o esas boberías que tú sabes. Yo, sobre todo, oscurezco los fondos, me voy con fondos neutrales para levantar más la imagen.
"Hay una cosa, que se llama el back line, usar la luz de fondo, para separar este de la figura; y sobre esa área que ya se quedó oscura, hago algo sobre lo desfocado, para ganar en la imagen…
A mí me dicen: mira yo quiero poner al muchacho en una escalera en un castillo, y le digo: no, ve a ver a fulano, que es quien hace eso. Eso no es lo que yo hago. A mí no me buscan para tales cursilerías. Se está haciendo bastante chapucería, no solo en ese terreno, también en otros aspectos. Se cortan vestidos, codos, manos… todo lo cual a la larga denota la falta de dominio del encuadre y la composición. Sin embargo, la gente lo paga con satisfacción.
El nuestro constituye un oficio como ebanista, periodista, locutor. También deben observarse determinadas reglas".
—Existe un célebre ensayo de Susan Sontag llamado "La fotografía no es una opinión, ¿o sí?". ¿Qué piensas tú?
—Es una opinión total; pero además un vigoroso testimonio factual, social, humano. Podrán nombrarla la cenicienta de las artes, pero es grande.
—Has tomado miles de instantáneas. Tu trabajo, como el de otros colegas, contribuye de forma impagable a la salvaguarda de la memoria histórica. ¿Todo lo hecho lo tienes impreso?
—Si algo puedo decir es que me siento satisfecho de dejar plasmado eso que refieres. De pronto, me pongo a revisar los archivos con alguien, y me pregunta, por ejemplo, si tengo cosas viejísimas, y ahí están, las encuentro.
"Poseo un archivo de negativos de muchos sucesos importantes, que tiré y aun no he impreso y ni siquiera he visto. Las tomé y guardé, porque hacía periodismo, que me ayudó mucho en la rapidez, a concebir ideas con agilidad. Ya de camarógrafo de la televisión estudiaba este arte".
—A propósito de ello… Parte de la aureola legendaria de la Revolución fue coloreada por piezas fundamentales del fotorreporterismo. ¿Cómo compararías lo hecho, por ejemplo, en los 60 o 70, y lo recogido ahora?
—El período especial limitó todo, no había ni equipos ni nada para trabajar, comenzando por el espacio. Los fotógrafos de los ´60 y ´70 tuvieron su oportunidad. Existe en la actualidad en el planeta otro tipo de fotografía de prensa que no se ve aquí y los cubanos necesitarían apreciar.
"La herramienta que es la cámara utilizada en todas sus potencialidades. Lo que pasa también es que los fotógrafos ahora se autolimitan, les falta agresividad… No sé que está pasando; es un debate amplio.
"Sería factible continuar haciéndose aquellas fotos antológicas de la gente cortando caña de décadas; pero no repitiéndolas al calco, sino procurándole detalles, luces, revelaciones, que es al final de lo que se trata este arte.
"Pero no, ahora es reportar, dale y me fui. Existieron en un momento Revolución, Fonotécnica, Bohemia, con grandes espacios…falta eso además. Algunos profesionales trabajan para el exterior".
— ¿Y a ti no interesaría esto último?
—Alguien dijo: Conoce a Cuba primero y al extranjero después. Yo no conozco ni Santiago de Cuba, para que te enteres…
—Ya somos dos…
—De mi turismo nacional, La Habana me gusta; Matanzas me llena mucho; pero en Cienfuegos cada día descubro algo.
—Y Cienfuegos también te ha descubierto a ti. Posiblemente en uno de cada diez domicilios exista una foto tomada por tu lente…
—Constituye una de mis principales satisfacciones. Eso y conocer a tantas personas, que me llaman y me quieren. Los cienfuegueros amamos la ciudad, nos amamos y respetamos, todos nos conocemos, y esa es una de las cosas que más me gusta de vivir aquí.
—Hablas de satisfacciones, ¿y de la otra cara de la moneda?
—Mi insatisfacción mayor: que no se conozca más mi obra en toda Cuba. En realidad, hay un divorcio total de lo que es la capital y las promociones nacionales con un fotógrafo de provincias.
"Yo no soy de andar con una carpetita debajo del brazo para ver si me lanzan aquí o allá; no me es posible ser así, aunque tenga buenos amigos que lo hagan. No estoy para estar repartiendo currículos, para ello están las instituciones; mi vida no es eso, sino estar tomando fotos".
—El mismo Peña de exposiciones, salones, reconocimientos…; sin embargo, hace bodas, fotos de quince y otros encargos. ¿No sientes menoscabada tu reputación?
—Esto de las fotos de quince y otros trabajos del corte de sociedad son parte de la fotografía. Sé de colegas que en el mundo entero hacen moda, publicidad, están contratados por grandes firmas y también realizan este tipo de cosas.
"En verdad, disfruto por igual tal parte de mi labor. Valoro tanto el hecho de que la foto esté colgada en una galería como en la pared de una casa. No me siento menospreciado por eso. Además, para sostener una obra de arte precisa emprenderse ese tipo de faenas. "
—Con este nuevo Inventario de la expo en curso, ya son varios. ¿Qué diferencia a unos de otros?
—Los críticos vieron en algún momento que mi trabajo tenía cierto valor estético. Algunos conocedores me dijeron que lo que estaba haciendo se podía ver. Con esa cuerda salió Inventario I, a inicios de los ´80. Luego vino el II, hecho en Matanzas, donde viví durante un tiempo. Más tarde el III…
"Este, sin número, consta de 18 obras, 8 x 12. Para responder la pregunta en cuestión, debo decir que lo anterior, lo de las exposiciones precedentes, ya no me gusta, porque uno va adquiriendo una capacidad de ver diferentes las cosas.
"Ya no camino con la cámara. Ahora primero veo, y después voy y lo hago, porque entre otras cosas ese movimiento constante daña el equipo. Siento más, leo.. Por otro lado, me he dado cuenta de que no se puede improvisar tanto como antes lo hacía, derivado entonces de la propia inexperiencia profesional".
—El desnudo es un elemento esencial de la expo. Te adentras, incluso, en la variante múltiple, no muy explorada en estos lares.
—Lo que más disfruto ahora dentro de mi creación es el desnudo; siento predilección por hacerlos abiertos, desprovistos de todo. Pero para ello debo cerrar calles, contratar agentes de seguridad, custodios, lograr determinada infraestructura y cierto nivel de logística… Todo eso es algo que te lleva tiempo y dinero. Al final yo no vendo la obra en lo que gasté, pero me divertí y la hice".
—-Spencer Tunick, famoso por sus desnudos múltiples en medio mundo, hace pocos meses subió a un glaciar suizo a seiscientas personas descubiertas de toda prenda de vestir. ¿Te atreverías?
—Atreverme, me atrevo a todo en la fotografía. Aunque estamos hablando de algo muy serio, eso es primer mundo, otra cultura… Tunick lo hizo frente a la Casa Blanca, en París, pero recuerda que así y todo cayó preso en California. Ejecutar un proyecto semejante lleva implícito todo un andamiaje de producción.
— ¿Y existen voluntarios en Cuba?
—Sí, hay gente dispuesta… De hecho, una vez fuimos reuniendo un grupo e íbamos a desarrollar un trabajo parecido en el Castillo de Jagua".
—La mujer resulta omnipresente en tu labor.
-Las mujeres, más que todo, son el complemento del hombre, con mi respeto para los homosexuales. Me he casado varias veces y las admiro. Mi respeto hacia el sexo femenino, en mi vida y en mi obra, se fundamenta en dos razones: ellas tienen el don de dar la vida, de parir; y, por otro lado, son muy habilidosas. La habilidad es una virtud necesaria que no todos los humanos poseen.
— ¿Cómo surge la idea de los desnudos de embarazadas?
—El surgimiento parte de la idea de efectuar una suerte de canto a la vida, en ocasión del Día Mundial contra el SIDA. No he podido seguir haciendo desnudos de embarazadas, con la intensidad que deseaba, por el mismo tabú de los esposos… me dejan tomar las fotos, pero solo para ellos. No obstante, tengo dos en perspectivas, de seis y cuatro meses de gestación, con las cuales me imagino pueda trabajar sin dificultad.
—Algunos te ven con la traza del artista bohemio.
—La gente cree que el artista es siempre un bohemio, a uno quizá lo atraiga la parranda, mas yo camino de cabeza pero con las manos bien puestas.
—El alcohol: ¿es demonio o elíxir?
—Es un concepto erróneo de la gente ese de estigmatizar a causa del alcohol, cuando dicen: ¡caramba, qué clase de pintor, pero que lástima que tome¡ Las personas emiten criterios constantemente sin conocer la realidad humana de algunos creadores… Beber tiene su cosa, te baja una lucidez, entras en una onda… Yo tomo, figúrate, hago fiestas por chorro.
"Pero no soy el tipo que se vomita, sé llevar el alcohol. A la verdad tomo mucha más agua. Tengo problemas renales, expulso las piedras, si se me quedan me mato, y además los cólicos nefríticos, ¡de madre!… Y aprendí a rehidratarme en las mañanas, tomo mucha agua entonces. Toda la vida humana tiene que ver con el líquido."
—Has sostenido que cada fotografía es deudora de un estado de ánimo.
—Y lo continúo defendiendo: el hecho fotográfico puede vincularse a la misma muerte de un familiar, un casamiento, un amor nuevo: mi vida está muy ligada a los amores… He tenido buenas relaciones y me inspiraron; a veces para impresionarlas (tú sabes que eso funciona) y en otras porque me sentí de pláceme con ellas.
"He estado al lado de un músico o un periodista con los cuales también he logrado un nivel de comunicación, e igualmente me inspiraron. Los amigos también te hacen trabajar. La gente que te rodea, el vecino, esas personas de la cotidianidad, te van nutriendo. Cuando quiero tener imágenes poéticas, me leo un libro de poesía, pero no literatura de ficción, para la cual en verdad no tengo mucho tiempo.
"Los niños me llaman la atención, esa vuelta de los chiquillos para la escuela, sacrificados con el mochilón…; lo he tirado en colores, pero me gustaría hacerlo en blanco y negro. Búscalos por la mañana, muy pinchín, pero míralos por la tarde: un desastre. Esa contraposición es deliciosa".
—Joe Rosenthal se granjeó un Pulitzer por "Izando la bandera en Iwo Jima", una de las fotos más célebres de la II Guerra Mundial. Kevin Carter consiguió el codiciado lauro por su famosa foto de la niña surafricana que va a ser devorada por un buitre. Esperó durante veinte largos minutos que el animal hiciera lo suyo, sin hacer nada por salvar a la pequeña moribunda. Con el tiempo se supo que la primera gráfica, en el monte Suribachi, fue posada. Carter se suicidó dos meses después de su foto; se dijo que porque no pudo soportar el remordimiento de conciencia. Tim Hetherington, ganador del World Press Photo 2007 por sus fotos de la guerra en Afganistán, escribió: "Cuando fotografías la violencia y el sufrimiento, el límite es hasta donde son útiles estas imágenes. No me interesa hacer sentir mal a la gente, sino comunicarle ideas". ¿Con cuáles de las tres nociones de ética y arte te avienes?
—Definitivamente con la de Hetherington.
— ¿Cuál anhelo te falta por cumplir?
—Trabajar la moda.
—Sería mejor que de momento continuaras en lo tuyo, porque a pesar de que por primera vez la fotografía de moda está franqueando a nivel internacional el selecto umbral de las galerías de primer nivel, en Cuba no anda nada bien.
—El problema es que resulta imposible su desarrollo, porque no tienes a quien vendérsela, falta la comercialización.
— ¿Qué le pides a la vida, más allá de tus 47?
—Que me preserve el privilegio de continuar mi labor; seguir escuchando ese chácata maravilloso de la cámara.
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