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CITA mes de Diciembre 2008

La reproduccion de la obra de arte no solo esta condicionada por la manera de ver del fotografo, sino tambien por la del que mira la fotografia.

Gisele Freung (La fotografia como Documento Social)

sábado, 27 de octubre de 2007

Las fotos de Pancho no valen

POR BERNARDO SAGASTUME
EL PINAR (EL HIERRO). Es el amo y señor de buena parte de los ricos fondos de la Reserva Marina del Mar de las Calmas y ha alcanzado en los últimos días una notable celebridad en toda España, que supera en mucho la fama de la que ya gozaba en la isla de El Hierro. Pero esto le ha traído un costo que a su consabida vanidad quizá le cueste aceptar: su imagen no es tenida en cuenta para el concurso de fotografía submarina -Open Fotosub- que hasta hoy se disputa en La Restinga, el puerto pesquero del sur de la isla del Meridiano.
A Pancho, como todos en El Hierro conocen a este mero de unos 40 kilos de peso, es muy fácil verle en una de las zonas de inmersión más frecuentadas de la isla, El Desierto. Allí se ha pasado buena parte de sus 40 años de vida y por eso es una referencia ineludible para quienes pasean por ahí abajo, con aletas en los pies y bombona en la espalda. Pancho, al contrario de lo que hacen muchos de su especie, no escapa ante la presencia humana y por eso sus fotografías se multiplican desde que se ha establecido el concurso más prestigioso y mejor dotado en premios del mundo. Tanto se han multiplicado, que hace tiempo ya que su estricto jurado no considera puntuables las imágenes de Pancho, de tan fácil que resulta encontrarlo y de tanto que se presta a posar, como lo haría la mejor de las top models, ante el objetivo de las cámaras.
Detrás de su perfil simpático, de ese ir y venir orondo y de su gran estrellato mediático se esconde, sin embargo, un lado oscuro. Porque no todo es bondad en Pancho, por mucho cariño que se le dé, en especial, cada año al llegar el Fotosub. Quienes conocen las riquezas marinas del Mar de las Calmas cuentan que su mal genio y su imponente estampa le sirven para espantar a otros meros de menor tamaño, a los que no deja ni asomarse por El Desierto, su feudo, su reino, donde sólo quiere mandar él. Así es desde que hace ya algunos años perdió a su compañera, Natalia, un mero hembra que fue víctima de pescadores furtivos.
Desde entonces vive solo en su fortaleza, donde ha logrado resistir a otros intentos de caza de aquellos que no respetan la reserva marina. En su boca exhibe la huella de aquellos ataques, de anzuelos de los que ha sabido zafarse para no ser presa de agresiones como las que le costaron la vida a Natalia. Los viejos frecuentadores de estas aguas incluso cuentan que es capaz de hacerse con la engañosa carnada sin tocar el anzuelo mortal.
Pero a pesar de lo fuerte que se lo ve y de lo listo que dicen que es, son muchos los que se preocupan por su futuro y tratan de que llegue a los 50 años, la edad media que suelen alcanzar estos peces. A Pancho se lo ve como un reclamo turístico del pueblo de La Restinga y los dueños de buena parte de sus restaurantes cumplen con un viejo pero nunca firmado pacto de caballeros: no incluir el mero en sus cartas de comidas, jamás.
Fuente: ABC.es


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