Reflexiones sobre el espectador contemporáneo construido a través de la mirada fotográfica II
¿Cuándo empieza y termina la pugna?
Cuando surge una tecnología, el hombre le otorga una función social inmediata y predice otras. El teléfono y el gramófono son ejemplos de ello1. En el caso de la fotografía esta fue sometida a arrastrar en sus inicios la carga de la imagen-espejo que debía –según los primeros beneficiarios y detractores- constituir su naturaleza. “La cámara fotográfica es otro ejemplo; la percepción especular que adquirieron las imágenes fotográficas desde su nacimiento en 1839, no altera el hecho de que una fotografía es básicamente una representación de una escena captada por este dispositivo, pero, a pesar de lo que se pensaba en el siglo XIX, una imagen fotográfica no es la realidad capturada en forma de luz, sino una representación del mundo visible de acuerdo a unas pautas físico-químicas. Podemos, por tanto, afirmar que realismo y virtualidad forman parte de un mismo proceso histórico, aun cuando sus usos y funciones sociales se inscriben en marcos de comunicación social y política bien diferenciados.” (Riego:1988,8). Esta pugna que pareciera extemporánea en las discusiones actuales tuvieron sus inicios de debate teórico en dos términos que defendían una y otra posición. Me refiero a quienes abogaron por el purismo fotográfico y quienes lo hicieron por el pictorialismo. Si bien es cierto que se utilizaron términos propios de la pintura para juzgar a la fotografía; no es menos cierto que esta contraposición devino en plantear la verdadera naturaleza de la fotografía. Mientras el purismo fotográfico buscaba que la imagen fuera claramente definida, fiel a las luces y sombras para proporcionar una sensación de realidad y verdad; la corriente contraria apostaba por la negación de las reglas, la experimentación.2 Algunos fotógrafos se inscribieron en la corriente del purismo y avalaban la máxima de Alfred Stieglitz cuando afirmaba que la fotografía era su pasión y la búsqueda de la verdad su obsesión. (Fontcuberta:1984,24). Otros en cambio creyeron en la nueva visión que propiciaba Moholy-Nagy cuando decía que la fotografía poseía un sistema de percepción diferente al humano y por lo tanto con una capacidad aún no explotada. (Fontcuberta:1984,31).
El libro “Estética fotográfica” de Joan Fontcuberta dedica un apartado a ahondar en esta controversia. Selección de textos. Editorial Blume, S.A. Barcelona. 1984.
Fuente: Caña Santa































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