Jorge Luis Rodriguez Aguilar

CUBARTE) Según Roland Barthes, la fotografía, como recurso expresivo, es un generador de imágenes visuales en donde la representación constituye uno de los elementos definidores del mensaje denotado que se transmite, las cuales por su uso y relación con el público, pasarán a convertirse en mensajes connotados: una especie de paradoja fotográfica.

“SHOT” es el resultado de un trabajo intenso de Taller, en el cual los estudiantes han lucido y proyectado su visualidad, sin dejar a menos su individualidad creativa. En este sentido, se ha priorizado transmitir un mensaje sin código, continuo, en donde se reproduzca una acción congelada, en donde el tiempo se vuelve infinito, al igual que su nivel de visión y relación.

En esta muestra-resumen del trabajo realizado en unos pocos meses de Taller, se podrán visualizar diferentes ópticas —oportunas todas en cada situación— en las que no se desdeña lo tradicional ni se recurre a lo digital por el hecho de lo tecnológico, sino con el afán de unificar el sentido de representar todo un conjunto de recursos formales y conceptuales, empleados en función de transmitir una idea.

Apreciaremos fotos más abstractas, como las de Alejandro Dopico u Omar Batista, en donde lo humano se fragmenta para subvertir el carácter íntegro del ser, volviéndose objeto; o las de Amanda Linares, Claudia Hernández y Sergio Marrero, en donde los detalles y los primeros planos “reflejan” la añoranza por una ilusión o su mundo perdido; asumiendo el recurso cromático-acromático como complemento denotativo de la imagen.

En otro extremo encontramos las obras de Dennys Moleiro y Ernesto García. El primero asume los planos medios y el blanco/negro en unas fotografías cargadas de nostalgia y soledad. Ernesto, por el contrario, recurre al color en la foto, sin sobresaturaciones, para develarnos otro mundo, más nacional, más lleno de su historia o más cercano a él, pero en donde tampoco falta la soledad. En este caso Irán Hernández se perfila más simbólico. Sus trabajos se generan a partir de un objeto único, emitiendo con éste los niveles significadores de su historia: la palma y la comuna; la identidad nacional y la fuerza sostenedora.

Otro conjunto de imágenes abordan lo social desde la metáfora de su representación. En ellas, las de Mari Claudia García, quien se apropia del objeto, ausente de un referente social ante la imposibilidad de su uso; o Lisandra García, quien responde ante el inconveniente de lo casual o de lo instantáneo, en una fotografía urbana y en otra donde el fotorreportaje se presta como complemento explicativo de la misma imagen.

En Rafael Domenech, Ruth Marie Trueba y Natalie Roque la presencia de lo abstracto-simbólico se siente como la necesidad de transmitir una idea aún sin terminar, es la fotografía pura de valores formales, que se toma tal cual se piensa, asumiendo la manipulación barthiana que la lleva a un plano en donde su significación cambia hacia lo codificado, buscando en el reportaje la otra parte de la frontera, el uso de claves medias y bajas, muy contrastadas y sobre-expuestas, con las que se apoya la idea expresiva de su mensaje.

Nelson Gabriel Domínguez, Otto González, Rolando Talles, Rafael Villares —junto al profesor—, asumen por último el tema social, con la presencia del hombre más allá de la forma misma, en donde la acción toma parte inesperada de la historia. Cada uno de ellos apuesta por el blanco-negro de una manera particular, esforzando la clave en cada caso para potenciar su historia, permitiendo que de esta manera se recorran las visiones en torno a la foto social de reportaje, o la presencia documental como recurso que marca su perfil comunicativo. Corresponden a la pérdida de un escenario geográfico, de puntos sensibles de nuestro entorno, que han sido modelos abiertos a la consideración de un canon cognitivo.

Ahora los medios tecnológicos abren el recurso virtual a planos no imaginados, convirtiendo lo sensible en complejo; atiborrando todo de filtros y efectos, dejándose perder más el “ojo” como elemento primario captor de la imagen, en esos comunes entramados de sobreexplotación digital.

Aceptar la utilización de la cámara como elemento recogedor de la imagen, jugando con la abertura y la velocidad, el tiempo de exposición o la sensibilidad de la película; en relación con otros factores como la distancia focal, los encuadres y planos, la iluminación y la velocidad, permiten apreciar, sin lugar a dudas, una muestra en la cual la sensibilidad hace presente el resultado de un trabajo maduro.

La exposición que presentamos es un resumen de imágenes positivas en donde se describe la cotidianidad urbana a través de 34 imágenes bien defendidas, en donde cada autor asume el riesgo calculado de la utopía. En todas se encuentra la presencia de lo digital, pero sin el manido esfuerzo de la manipulación y el filtro computarizado. Hacer fotografía digital, sin que en ella exista una manipulación gratuita —excepto en un caso, a manera de divertimento— ha sido uno de los objetivos primarios de este Taller. Observar, y en este ejercicio común de hacer fluir simbologías —tradicionales o modernas— que luego pueden parecer inadecuadas, se puedan unificar el cuerpo, la mente, la materia, el ser, lo real o lo imaginario.

Cada imagen es una ventana en donde la imaginación vuela, en donde el milagro posible de atrapar el tiempo se recoge, en donde el símbolo y la metáfora dialogan estrechamente, transgrediendo las apariencias de lo cotidiano, desde imágenes comunes, cercanas a nosotros y a nuestra realidad.

Fuente: CUBARTE