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CITA mes de Diciembre 2008

La reproduccion de la obra de arte no solo esta condicionada por la manera de ver del fotografo, sino tambien por la del que mira la fotografia.

Gisele Freung (La fotografia como Documento Social)

domingo, 11 de noviembre de 2007

Fotógrafo sin guerras

En una guerra quien mira siempre es un elemento molesto. Hace 18 años el fotógrafo fue asesinado en Panamá mientras cubría un reportaje de jesuitas

PEIO H. RIAÑO
Juantxu no fue nunca a la guerra. Le cayó una encima mientras dormía. Pasaba por Panamá cuando seguía la pista de los jesuitas en Latinoamérica y EEUU invadió el país. Hasta entonces nadie había oído hablar de Juantxu. Hasta entonces se dedicaba a retratar el lado más áspero de la sociedad. Nunca había estado en una guerra, nunca sintió el instinto de calmar ese subidón de adrenalina del que hablan en la primera línea de fuego. Le bastaba con lo cotidiano para acercarse a la crudeza.
Juantxu Rodríguez (Casillas de Coria, Cáceres, 1957-Panamá, 1989) se encontró con la fotografía de casualidad a los 25 años de edad, cuando trabajaba como profesor de educación física en un colegio de Bilbao. Pero le ofrecieron una cámara de segunda mano y quedó atrapado por la capacidad del medio para contar historias. Su hermano, Javier Rodríguez, también fotógrafo, tiene claro que a él, nada la guerra. “No era un fotógrafo que buscaba este tipo de información”, asegura.

Mejor sugerir que informar
Ahora podemos hacer un rápido repaso a su carrera y a sus temas preferidos en el último número de la colección PHotoBolsillo, dedicada a repasar a los grandes fotógrafos españoles. Veremos que no era un fotógrafo de la evidencia, siempre con una imagen cargada de acontecimiento, noticia y acción. En tan sólo ocho años logró convertirse en un fotógrafo de la sugerencia, de los que prefieren contar historias. “Es más difícil contar una historia que contar una noticia”, apunta Javier.
Hace 18 años de la muerte de Juantxu y ha pasado como fotógrafo de guerras. Sin embargo, su paso por ella fue una casualidad. Chema Conesa, director de la colección, fue quien encargó el reportaje de los jesuitas a Juantxu y quien recuerda los hechos. “Llegó a Panamá unas horas antes de la invasión. Y la revuelta estalló por la noche. Abandonó el hotel en el que estaba y se refugió en la Embajada. Me llamó y me preguntó que debía hacer. Además de valiente era bastante prudente. Le advertí que no se expusiera y que tuviera cuidado. Él no había estado nunca en una guerra y creo que eso le costó la vida. Estaba muy capacitado para enseñar los conflictos humanos y no se asustaba por nada, pero un marine le descerrajó un disparo en la cabeza. Esta gente dispara por miedo a todo lo que se mueve. No llevaba si quiera la cámara, iba hacia su hotel para recoger las cosas que dejó allí”.

Al margen de las guerras
Juantxu no tiene fotos de conflictos bélicos. Incluso sus últimas imágenes son de un país revuelto. De la población de Panamá desconcertada, pero no aparecen soldados por ninguna parte. El género al que se dedicó fue el humano. Quedó atrapado en el proyecto que era su vida: la margen izquierda de Bilbao donde se crió.
Un barrio pobre, oprimido e industrial parecía el mejor sitio para desatar las necesidades de narrar de alguien que tenía el don de gentes, que conectaba con el personal y empezaba a sentir la profundidad del retratado y su contexto. Una vez se cameló a unos muletillas con una paella. De Bilbao parten sus temas cruciales como la prostitución en la Castellana, el boxeo y Nueva York. Ya estaba en Madrid, ya lo había dejado todo por la fotografía. Ya estaba preparado para una nueva vida.
La apuesta le salió bien y llegó a la prestigiosa agencia Cover, fundada y dirigida Jordi Socías. “Yo fui como un padre para él en aquellos momentos”, recuerda el fotógrafo y editor (profesión a la que Juantxu definía como “los busca fotos”), quien le describe con cariño como un chico con muchas ganas de hacer cosas. “Murió joven y le quedaron muchas cosas por hacer”, lamenta.
En referencia al oficio en la guerra, Jordi Socías apunta algo que ya no importa reconocer: “Para ser fotógrafo no hace falta ir a la guerra, aunque parezca muy obvio”, y añade rebelde, “el fotoperiodismo se ha perdido, ahora sólo se hace la agenda del día”. Chema Conesa confirma que la fotografía de guerra no está de moda, que molesta a la opinión pública, que se guardan la mayoría de las fotos en cajones por miedo a enseñar el horror.
Además, la guerra es un arma que los ejércitos aprendieron a controlar y la opinión pública a renegar. De ahí que Vietnam fuese el último conflicto en el que fuimos informados. “Lo más interesante ya no pasa en el frente. Hay que ir, no digo que no, pero el control ha hecho perder credibilidad a las informaciones. Ahora funcionan los pequeños conflictos incontrolables”, dice Conesa.
Juantxu Rodríguez fue un fiel seguidor, en los pocos años que pudo actuar como tal, de la realidad más cercana. De los hechos menos evidentes en lo cotidiano.

Fuente: Publico.es


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