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CITA mes de Diciembre 2008

La reproduccion de la obra de arte no solo esta condicionada por la manera de ver del fotografo, sino tambien por la del que mira la fotografia.

Gisele Freung (La fotografia como Documento Social)

domingo, 14 de septiembre de 2008

Los cristales de Justino Castroverde

A principios de 1876 nace el profesional considerado como el fotógrafo que dio el salto a la modernidad. Junto a su maestro José Reymundo fue considerado el primer artista fotógrafo.

Estado Español.- A principios del siglo XX la fotografía comercial creció con rapidez y las mejoras del blanco y negro abrieron camino a todos aquellos que carecían del tiempo y la habilidad para los tan complicados procedimientos del siglo anterior. En 1907 se pusieron a disposición del público general los primeros materiales comerciales de película en color unas placas de cristal llamadas Autochromes Lumière en recuerdo a sus creadores, los franceses Auguste y Louis Lumière, siendo peculiar en esta época que las fotografías en color se tomaban con cámaras de tres exposiciones.

Desde sus comienzos, la fotografía era muy cuestionada. Se movía entre ser considerada obra de arte o simplemente un instrumento de ayuda para los artistas plásticos. Pero fue en el siglo XX cuando en España se agudiza la polémica y surgen fuertes tensiones. Los que defienden el arte fotográfico y los que destacan el carácter automático, mecánico e inmediato de la fotografía.

En la época de los retratos con negativos al colodión y copias a la albúmina de color marrón pardo, pegados sobre cartulinas, nace en nuestra ciudad, el 2 de febrero de 1876, Justino Castroverde García, hijo del abogado portuense José Castroverde Quirós. A decir del historiador Rafael Garófano Sánchez -que ha estudiado la vida de Castroverde-, las circunstancias familiares llevaron a Justino a la fotografía. Fallecido su padre y pese a su vocación universitaria de farmacia, le llevaron a trabajar a Cádiz como aprendiz en el estudio fotográfico de José Reymundo "con el que estableció no sólo una relación laboral, sino una vinculación personal y afectiva, que perduró hasta el fallecimiento del maestro en 1950".

Reymundo, considerado uno de los mejores fotógrafos de la época, influyo decisivamente en la formación de su pupilo, sobre todo en un momento marcado por la revolución técnica de la fotografía instantánea, mediante las nuevas emulsiones de la firma Lumière en las placas de vidrio de los negativos. Tanto es así que la Revista Portuense en 1904, con motivo de una exposición en el Estanco de la calle Larga, define a Castroverde como "un artista laborioso, tan modesto como ilustrado, siendo ya un notable fotógrafo".

El profesor Garófano encuadra a Castroverde en la denominada corriente pictoralista de la fotografía, aquella de pretensiones artísticas que surge como reacción a la fotografía de aficionados, considerada vulgar, reivindicando los valores propios de aquella para la realización de obras de arte en plena igualdad con otras disciplinas artísticas como la pintura, la escultura o la arquitectura. Los fotógrafos del pictorialismo se definen como fotógrafos y artistas en la línea de las teorías del romanticismo propias del siglo XIX, destacando la sensibilidad e inspiración de los autores y otorgando un papel secundario a los conocimientos técnicos.

Los primeros pasos profesionales de Castroverde se encaminaron a los "trabajos a domicilio", haciéndole la competencia Antonio Gutiérrez que contaba con un prestigioso gabinete en la calle Larga, 54. En cuanto al dominio de las técnicas fotográficas es significativo el trabajo de ampliación que realizó Castroverde, del interior de la Iglesia Mayor Prioral, en unos momentos en los que la toma de interiores y las ampliaciones constituían todo un reto. También destacó por el empleo que hacía para las tomas del fogonazo de luz al magnesio, con el peligro que conllevaba.

Cabe destacar entre las obras de este fotógrafo portuense, la irrepetible colección de las Cuevas de San Cristóbal, las tarjetas postales de rincones de nuestra ciudad o de retratos personales y su destacado papel como corresponsal gráfico en las prestigiosas publicaciones: ABC, Blanco y Negro, Mundo Gráfico y La Unión Ilustrada de Málaga o Sevilla.

Fotografió múltiples aspectos de la vida cotidiana portuense, estampas de pesca o de la vendimia, los toros, o acontecimientos religiosos y culturales, como manifestaciones de los usos y costumbres tradicionales de la ciudad que lo vio nacer.

La guerra civil truncó sus expectativas, ya que la fotografía se sitúo entre los artículos de lujo, y pasó a ocupar un puesto de administrativo en las Bodegas de Osborne, relegando su pasión a un segundo plano, lo que no fue obstáculo para que obtuviese el premio del ayuntamiento de El Puerto por su trabajo 'Puesta de sol en el Castillo de la Pólvora', en el II Concurso Provincial de fotografía organizado en Cádiz en 1951.

Fallecido el 19 de diciembre de 1956, Justino Castroverde fue ante todo una persona de su tiempo, apasionada por rescatar y difundir todo un pasado que se estaba transformando y que desde su visión de la modernidad de un nuevo siglo, intentó explicar gracias al valor de las imágenes como testimonio social de la realidad.

Fuente: Diario de Cadiz


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