Un gran maestro

Capa con casco y prismáticos durante uno de los conflictos que siguió. foto: d.n.a.

Murió con 41 años hace más de medio siglo, pero lo que su cámara captó ha perdurado y así seguirá, seguro. Cuando las vacaciones pasen, con el otoño instalado en Vitoria, Periscopio recuperará su memoria. Y Robert Capa volverá a dar una lección

Estado español.- Tanto a la fotografía artística como al fotoperiodismo les ha costado mucho tiempo, demasiado, llegar a conseguir la consideración que hoy tienen. Incluso en estos momentos hay quien se resiste. Una magnífica plataforma en Vitoria para introducirse o conocer más sobre este segundo submundo del obturador es el proyecto Periscopio, una iniciativa que a lo largo del otoño convierte a la ciudad en una gran sala de exposiciones donde la imagen fija es la gran protagonista. En este 2008, los espectadores volverá a tener su cita con el evento, que en esta ocasión tendrá su muestra central dedicada al gran maestro de la instantánea informativa, Robert Capa.

Falleció muy joven pero en sus 41 años de vida pasó por tanto momentos vitales, profesionales e históricos que es casi imposible imaginar que le diera tiempo a todo. Es más, hace poco se descubrió una valija con más negativos suyos que están en plena fase de estudio.

Ernest Andrei Friedmann, su verdadero nombre, lo tenía todo para tener una vida tranquila. Pertenecía a una familia judía acomodada en un Budapest en el que se movía dentro de los círculos altos e intelectuales. Una mujer, Eva Besnyo, le introdujo en la fotografía. Un amigo, Lajos Kassak, le ofreció la posibilidad de dar sus primeros pasos en este campo. Pero la crisis del 29 y la influencia del nazismo en su país natal le obligó, como a muchos jóvenes de su generación, a hacer la maleta y marcharse con 18 años.

Terminó en París y allí comenzó a trabajar para una agencia, cubriendo, sobre todo, actos de la izquierda europea, un periplo que también le llevó a Dinamarca donde, por ejemplo, retrató a Trosky.

Pero Robert Capa (su sobrenombre) empezó a gestar su leyenda un poco después, cuando estalló la Guerra Civil española. Desde el lado republicano, el fotógrafo vivió en primera persona un conflicto que retrató en multitud de ocasiones aunque, sin duda, su imagen más conocida fue Muerte de un Miliciano , tomada en Cerro Muriano, en el frente de Córdoba, el 5 de septiembre de 1936.

A él se le atribuye la frase "si tus fotos no son lo suficientemente buenas es que no te has acercado lo suficiente" y bajo esa guía siguió agrandando su carrera cubriendo diferentes episodios de la invasión japonesa de China.

Durante la II Guerra Mundial, viajó por Italia, Londres y el norte de África, dejando un legado impagable. Del desembarco aliado en Normandía, el 6 de junio de 1944, el famoso Día D , son clásicas sus fotografías tomadas en la playa Omaha . Plasmó asimismo en imágenes la liberación de París. Con motivo de su trabajo durante este conflicto, fue galardonado por el general Eisenhower con la Medalla de la Libertad.

En 1947 creó, junto con los fotógrafos Henri Cartier-Bresson, Rodger, Vandiver y David Seymour, la agencia Magnum Photos, una firma imprescindible dentro del fotoperiodismo. Pero no sólo de conflictos vive el hombre, y Capa también labró e inmortalizó a muchos de sus amigos: Pablo Picasso, Ernest Hemingway, John Steinbeck... Para entonces, el ya nacionalizado norteamericano, tenía gran fama de mujeriego y se movía como pez en el agua dentro del Hollywood de la época dorada.

Pero en 1954, la revista Life le mandó a cubrir la primera guerra de Indochina. En la madrugada del 25 de mayo, mientras acompañaba a una expedición del ejército francés por una zona boscosa, pisó una mina y murió.

Tenía 41 años, pero ya había inventado una nueva forma de contar las noticias a través de la imagen. Fue el primer gran maestro de un oficio que con el paso del tiempo ha seguido creciendo, mejorando tecnológicamente pero que mantiene la misma filosofía.

Fuente: Noticias de Alava