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CITA mes de Diciembre 2008

La reproduccion de la obra de arte no solo esta condicionada por la manera de ver del fotografo, sino tambien por la del que mira la fotografia.

Gisele Freung (La fotografia como Documento Social)

sábado, 24 de mayo de 2008

Enrique Caruncho: “Fotografiar la gilipollez, lo que es mentira, es lo más difícil”

FOTO: Pablo Caruncho

POR ENRIQUE BEOTAS

Era el hermano de la niña más bella que hubo en mi barrio. Nos hicimos amigos… El tiempo fue pasando, llegamos a adolescentes y comprobé que era el hermano de la chica más bella que había en la ciudad. Luego vino la época universitaria, compartimos anhelos y sueños por un país mejor y confirmé que era el hermano de la chica más bella que había conocido en mi vida… Con los años, él y yo fuimos recorriendo caminos profesionales colindantes. Él se especializó en la fotografía publicitaria, en los videoclips y en los spots de alta producción; yo en esto del periodismo… Su hermana se convirtió en la modelo más bella del universo mediático…

Hoy, Enrique Caruncho, miembro de una familia de pintores, escultores, paisajistas, diseñadores gráficos y de moda, editores… es uno de los principales productores, realizadores y directores de fotografía europeos. Su vocación por la investigación en postproducción digital le ha convertido en uno de los estudios pioneros en la edición y postproducción HD 4:4:4. Además, investiga y diseña equipos de grabación para utilidades industriales… Pero, sobre todo, sigue siendo el más grande en la producción audiovisual publicitaria, dominando como nadie las nuevas tecnologías. Su hermana, por cierto… sigue siendo la chica más bella del olimpo de musas de nuestra generación.

"A los once años mi madre, una mujer única, me prometió que si aprobaba me regalaba los patines que todos los chicos del barrio tenían... Pero cuando aprobé, cambié de idea y preferí una Kodak de aquellas de bakelita. Fue mi primera cámara… Tenía obsesión por fotografiar palomas…".

– Así que fue tu madre…

– Me lo ha enseñado todo, especialmente lo más trascendente.

– ¿A superar el miedo?

– Ella ha sido la mejor estilista que he conocido. Por entonces ya era subdirectora de Telva. Me enseñó a superar ese miedo absurdo a lo escénico.

Enrique Caruncho supo que la fotografía podía llegar hasta el otro lado del espejo de Alicia cuando una de las modelos más famosas del mundo le preguntó: ¿cómo debo posar ante tu cámara…? Entonces y desde entonces esa chispa, sólo reconocible en los creadores, debió prender el alma de artista. Al momento buscó y encontró el encuadre… De allí salió su primer gran reportaje.

"Me quedé bloqueado, sin saber cómo dirigirla… Fue un momento crítico… Pero apareció mi madre con esa naturalidad y ese capote del buen profesional, me sonrió y me señaló el camino de la naturalidad... El gran secreto: inmortalizar lo natural de la belleza, la belleza de lo natural...".

– Así que te dio el mejor arma, vencer tu propio miedo a inmortalizar…

– Lo que dices es muy importante y creo que tienes razón. Hay un grandísimo fotógrafo, Michel Malka, que se negaba a trabajar con personas. Tanto es así que hemos trabajado al alimón: él con objetos y yo con personas. Jamás consiguió la interlocución con la gente, aunque, a estas alturas, ni quiere tenerla…

Lo ha fotografiado casi todo: desde los paisajes bizarros del cabo de Fisterra hasta las modelos más hermosas del mundo. Desde los bodegones de productos de limpieza, a las sensaciones menos táctiles. Desde la estrella del firmamento mediático universal a Manuel Fraga… Lo ha hecho tan bien que su maestro, Richard Avedon, allá por donde se encuentre, muestra su orgullo por el alumno aventajado. Es aquel de quien los críticos han dicho que su modernismo llega tan lejos como Las señoritas de Aviñón…

"Enseguida me di cuenta de que más complicado que fotografiar palomas era ir revelando, porque me tiré seis meses mirando las mismas fotos… Palomas que eran manchas en el aire porque la pobre cámara no daba para más".

Dice mi colaboradora, Elena Lostalé, que de su pelo rebelde, duro, peinado para atrás, sale una especie de retrato de un James Dean que ha cumplido la cincuentena… La verdad es que no está equivocada del todo, pues Enrique Caruncho, desde que jugábamos al escondite cuando niños en la Plaza de San Amaro, es un rebelde. Lo que ocurre ahora es que la madurez le ha otorgado el privilegio de tener causa, eso es al menos lo que creo interpretar de su voz grave, recién salida de la caverna. Por su frente observo cómo despliegan sus alas tres gaviotas, tres arrugas profundas que delatan su capacidad de no haber caído en el escepticismo, de seguir sorprendiéndose ante lo que el diafragma de su réflex atrapa en una décima de milésima de segundo, que es el tiempo que transcurre entre su pupila y la yema de su dedo índice.

Me encuentro en definitiva con un tipo de cobertura dura y no demasiado coqueto, pero tan sencillo como aquellas cámaras soviéticas, nada sofisticadas y muy baratas, fabricadas tras la II Guerra Mundial… Quizá porque sus obsesiones se instalan en lo cotidiano…

De siempre me han obsesionado tres cosas: aquello que mide el tiempo, aquello que mide el peso y aquello que inmortaliza la imagen… Es para mí tan obsesivo como el fuego: los relojes, las balanzas y los objetivos ópticos…

– Quizá esas obsesiones están en los genes del artista…

– Soy nieto de artistas: mi abuelo era diseñador de perfumes; mi otro abuelo, diseñador de moda; mi madre fue periodista, escritora y, sobre todo, artista; mi hermano Fernando, uno de los mejores paisajistas europeos… También mi tío, mi hermana Sofía, mi hermana María y mi padre… Creo que es cierto: la fuerza de la genética…

– ¿Si te defino como ‘fotógrafo’?

– Sí, claro, soy un fotógrafo. Lo que pasa es que al avanzar hacia la realización, hacia publicidad, mi agenda se rompe.

– ¿El cuerpo y el objetivo permanecen intactos...?

– Mi actividad me impide hacer fotografías que no sean exclusivamente vocacionales, pero lo he compaginado con muchas campañas para El Corte Inglés, Cortefiel… He podido hacer las dos cosas.

– Delante de la cámara: ¿mujeres, hombres, animales o cosas?

– Mujeres fundamentalmente. Me he criado entre mujeres, que además han sido líderes, por lo que no he tenido referencias paternas, referencias masculinas. Soy un heterosexual-femenino.

– ¿Lo tengo que entender como que sólo te gustan las mujeres en cualquier ámbito de la vida...?

– Me entiendo sólo con ellas. No me interesa para nada la conversación con el hombre. Creo que es porque a la mujer la considero más inteligente, me llega más...

– ¿A quién le cuentas tus problemas...?

– Mis problemas los resuelvo con las mujeres. Mis soluciones y alegrías vienen siempre de la mano de ellas.

– Perfecto elixir…

– Date cuenta de que cuando esto comenzaba no había agencias de modelos. Eran chicas que solían venir de Barcelona y que eran maravillosas… vivían en mi casa.

– ¿Así es como aprendiste a amar?

– La modelo no es para mí ese objeto de deseo como lo es para el gran público.

– ¿Qué es entonces…? ¡Que me estás haciendo un jaleo…!

– La modelo es para mí una obra de arte.

– ¿Te atreviste a tocar y a sentir alguna obra de arte?

– Nunca he ligado en mi profesión. Nunca he visualizado a este tipo de mujer como una pareja sentimental… Soy más de tocar la tierra.

– Dibújame en el aire la fotografía exacta de una mujer empresaria…

– Lo primero que me ha venido es una mujer estresada. Si nosotros lo llevamos mal, que llevamos tantos años en el mundo empresarial, a ellas les puede el estrés… Se refleja en su mirada y esa fotografía es en blanco y negro…

– Pero la mujer disimula mejor su estrés interior...

– Cuando te enfrentas a una mujer con responsabilidades, lo pasa peor que un hombre. Aunque lo disimule mejor. Lo que pasa es que para eso me empeño en hacer radiografías más que fotografías.

– ¿Tu diagnóstico…?

– Pues que una mujer empresario es aquella que tiene unos vagones de carga tremendos detrás, porque suele llevar familia, aunque debe esmerarse en cuidar mucho su imagen hasta que llega al hogar…

– ¿Y cómo ves por tu visor al hombre empresario?

– Su estándar hace que con un simple traje de chaqueta ya esté bien. Nosotros tenemos el privilegio de esa sencilla infraestructura.

– ¿Machismo...?

– Tengo una hija en el mundo empresarial, es jefa de compras, y es durísima... A nosotros no nos pasa nada si nos despeinamos en un avión. A ellas sí. Tienen que llegar perfectas…

– ¿Cómo fotografías Galicia: en blanco y negro o en color?

– Prefiero la fotografía en blanco y negro, deja volar más tu imaginación, no tiene esas simulaciones que produce el color. La belleza natural se expresa en blanco y negro.

– Entonces, Audrey Hepburn era perfecta...

– Me gustaría ver las fotos de las grandes estrellas del cine americano de los 50 en color. ¡Qué horror…!

– Así que el verso, la rima y el poema: en blanco y negro...

– Si la Guerra Civil española no ha quedado en la conciencia colectiva como más cruel, ha sido porque las fotos se hicieron en blanco y negro. Si hubiera sido inmortalizada en color hubiera resultado todavía más patética. El color es muy duro. El blanco y negro es mucho más poético.

– Descríbeme esa foto en blanco y negro de tu Galicia.

– Imagino la playa de La Lanzada, o aquella A Coruña de cuando era pequeño… Aquel pazo de mis abuelos…

– ¿Tenía camelias como en el pazo de los Armada…?

– Nunca he visto algo más bello. Galicia es tan diversa, tan impresionante… Para entrar en ese pazo lo haces a través de un arco de olivos milenarios... Hay también una encina más que centenaria y una fuente de piedra…

– ¿Qué te evoca...?

– Una Galicia tan culta como introvertida…

– ¿Eres un culto introvertido?

– No, por Dios, sólo soy un inculto observador.

– ¿Aprendiste leyendo…?

– Aprendí mirando…

– ¿La gran escuela…?

– He vivido a porrazos. Echo de menos el protocolo de la lectura, ése que enseña a vivir un poco mejor.

– ¿Sufriste?

– Los autodidactas somos así...

– ¿Leías…?

– Bastante, aunque sin disciplina ni protocolo. Recuerdo a mi madre de noche, escribiendo a máquina para Telva… Me leía lo que había hecho y preguntaba: "Hijo, ¿te gusta?".

– ¿Y te gustaba…?

– Mucho. Eran los tiempos de la moda ibicenca, un momento importante para España: brillante, auténtico, limpio… Tenía mucho sabor.

– ¿La mercadotecnia mató a la estrella de la moda…?

– Ahora la moda es muy estándar. La marca París, la marca Milán... y, sobre todo, la marca que marcan los fabricantes.

– ¿Cómo fotografías la moda de Adolfo Domínguez…?

– Cuando te escucho hablar de Domínguez no sólo me viene a la memoria la arruga, pienso también en Verino, Pernas, Florentino, Purificación… Nuestros grandes diseñadores son un ejemplo, porque entienden la moda como conducta, como vehículo, como comunicación, como identificador del "quien soy yo...".

– ¿Te sientes gallego?

– Soy nieto e hijo de gallegos…. Los gallegos tenemos un poder genético brutal. En casa siempre escuché el gallego, pero no sólo el idioma, sino la forma de ver, de actuar, de entender… Escuché siempre a mi padre, al abuelo, a la abuela…

– Caruncho…

– Dime…

– Que para responder a si te sientes gallego, me diste una respuesta gallega...

– ¡Claro que me siento gallego! Fui educado para amar Galicia.

– ¿Cómo sería tu fotografía de una gallega…? ¿Con pañuelo negro y mandil?

– Para nada, es una mujer modernísima. Mientras que en el resto de España la mujer estaba aún sometida, las nuestras eran ejemplo de futuro, eran matriarcados puros… Tiraban carretera para adelante con un coche o con dos bueyes. No; la mujer gallega es moderna, manda a modiño, hace todas las cosas… Mi abuela, sin ir más lejos, conducía en los años 50…

– Te has hecho mayor "compi"…

– Me he hecho adulto de verdad… Ya sabes tocayo, el hombre no es adulto hasta muy tarde.

– ¿Y la mujer…?

– Es la madurez más joven de entre los adultos de la naturaleza.

– ¿Volverías a ser fotógrafo…?

– Me gusta mi trabajo más ahora que cuando comenzaba. Por entonces estaba lleno de problemas y de fantasmas: el motor, la modelo, la luz, el descubrir…

– ¿Te han dejado de preocupar esos aspectos…?

– Lo único que ahora me importa es el concepto de lo que voy a fotografiar…

– La mujer más bella que has fotografiado...

– Recuerdo que tuve que ir a recoger por cortesía a una top model belga en 1988. Me crucé con ella tres veces y no la reconocí. Venía con una bolsa de El Corte Inglés, unos calcetines y un huevo de esos de madera para coser los tomates... En una de esas me fijé y la reconocí…

– ¿Y…?

– La que realmente es una estrella lo es. Aquella mujer tenía dieciséis portadas aquella semana, al margen de una campaña de Chanel… Tenía Cosmopolitan, Vogue… Ganaba una pasta y ocupaba la actualidad, pero… no funcionaba tras la cámara…

– Oye, gallego…

– Lo escucho todo…

– Que te he preguntado por la más bella…

– Se llama Karen Mulder. Es la mujer de un vinatero francés. La conocí en Biarritz, en el Chambre d’Amour, en el campo de golf. La observé caminando hacia mí. Parecía que levitaba, que iba un palmo por encima de la tierra… Era un ángel…

– ¿Y cómo se comportó ese ángel ante la cámara?

– Bastante idiota.

– ¿Estás en posesión del arte de la indiscreción?

– Absolutamente, pero no en el sentido de malicia, sino en el de la profundización.

– ¿Cotillas...?

– Sencillamente observadores.

– ¿Psicólogos…?

– En el fondo sí. A mis hijos les digo siempre: "No me engañéis, porque me pagan por mirar".

– ¿Temidos…?

– El objetivo al que todo el mundo teme es el que cuenta una verdad cruda.

– ¿El cine mató la magia de la fotografía?

– El comercio fue el responsable de su muerte y de la del cine y la fotografía también.

– ¿La fotografía más difícil?

– Fotografiar la gilipollez, lo artificial, lo que es de mentira… El que en una imagen o en 20 segundos se quieran vender 28 burras.

– ¿Ser el fotógrafo de la ONCE es como para acabar en el psiquiatra?

– ¿En qué sentido?

– Porque fotografías imágenes que nunca verá tu cliente…

– Pero las ven… las ven…

– ¿Cómo las ven?

– Pues igual que amarías tú con 90 años. Tienen, por un lado, la incapacidad y, por el otro, el deseo.

– Me cuesta creerlo…

– Te digo que las ven, créeme… En muchos pases me dicen: muy bonito, pásalo otra vez.

– ¿De veras?

– Te vacilan mucho con eso... Pero imaginan, huelen el set, tienen una puesta en escena fabulosa.

Punto y seguido con el niño de la hermana bella, con el fotógrafo más importante de mi barrio, de mi ciudad, de mi país… de mi Patria, que es mi infancia. Su corazón es grande. Su mirada se encuentra siempre a media distancia porque es de 35-70 mm. La cámara es la extensión de su alma. Es capaz de sostener durante toda la entrevista un cigarro y un mechero como si fuera naturaleza muerta. Marca su terreno pero no es hostil. Sabe que lo bello es lo simple, lo natural… Pero ha aprendido bien el arte de capturarlo. Se lo enseñó Sofía, su madre: estilista, perfeccionista y creadora de la chica más bella de mi barrio, de mi ciudad, de la vida…


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