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CITA mes de Diciembre 2008

La reproduccion de la obra de arte no solo esta condicionada por la manera de ver del fotografo, sino tambien por la del que mira la fotografia.

Gisele Freung (La fotografia como Documento Social)

lunes, 7 de abril de 2008

El arte de hacer la paz

Cuando un francés artista del graffiti encontró una cámara en un tren, sus ambiciones crecieron hasta la enormidad. Ahora planea cubrir la Tate Modern con la fotografía más grande que nunca se haya hecho.

JR comenzó con lo pequeño pero terminó convirtiéndose en el “más grande” fotógrafo del mundo. Ahora planea hacerse todavía más grande. En los últimos tres años, el joven artista del graffiti fotográfico, o “photograffeur”, ha pegado –casi siempre sin invitación– inmensas ampliaciones de su trabajo en edificios que van de Francia a Israel, de Palestina a las zonas en guerra en Liberia.

Ahora, se le ha encargado que pegue su trabajo en la fachada de la Tate Modern, en Londres. JR planea ampliar una sola imagen a tal tamaño que ocupe la altura total de la torre de cien metros de la antigua estación convertida en galería, junto al Támesis.

Será tres veces más grande que cualquier otra ampliación que haya hecho y pegado antes. Podría, casi con seguridad, ser la mayor fotografía que nunca se haya intentando. Imprimir esta mega foto no es problema, dice, pero pegarla a una estructura tan larga como la de la Tate Modern podría ser una pesadilla.

“Necesitaré alguna especie de grúa grande”, dice. “Tendré que hablar con la gente de la Tate Modern pero deberíamos poder arreglárnosla de algún modo. Cuando estuve en África, la gente caminaba millas para traerme el agua para hacer que el póster pegara. Seguramente Londres podrá encontrar una máquina que pueda ayudarme a pegar una fotografía muy grande”.

JR, que nunca revela su nombre completo, describe la invitación de la Tate como una “consagración”. Comenzó de forma mínima hace ocho años, después de que halló una cámara que un turista perdió en el metro de París. Antes había sido un “tagger”, un artista del graffiti.

Su fotografía es cruda, llena de movimiento, capturando el ruido y la energía de las calles que fueron su primera inspiración y galería.

JR, que viene de una familia francotunecina de calse media, nunca ha tomado una clase de fotografía. Sus imágenes se venden en las galerías de París hasta en doce mil euros.

Durante varios años, insistió en que su edad era de “como 25”, porque sospechaba que era demasiado joven para ser tomado en serio. Ahora, JR ha revelado en exclusiva para The Independent su verdadera edad: “por primera vez, este año tengo 25”.

El trabajo de JR trata de algo más que el tamaño. Usa la sorpresa y el humor y el valor para romper las fronteras entre la gente. Lleva su arte a la calle y a las zonas en guerra y a lugares donde el arte parece no tener lugar. Crea extrañas yuxtaposiciones que obligan a la gente a hacer preguntas y a sonreír.

Comenzó haciendo grandes esténciles y luego fotocopias de tamaño industrial de sus fotografías para pegarlas en las calles de París. Después tomo fotografías de escenas callejeras que incluían sus propias fotografías –o “fotograffías”. También esas imágenes las pegaba en las calles.

Hace dos años, JR tomó retratos de gente joven del terreno de Les Bousquets, en los suburbios del norte de París, donde comenzaron los motines de la banlieue en octubre del 2005. Fotografió a los jóvenes en close-up, con los gestos de “los extraterrestres que la mayoría de los parisinos asume que son”. Luego pegó las imágenes gigantes de sus caras en las calles de una ciudad que vive en el miedo, y la ignorancia, se sus pobres suburbios multirraciales.

En los últimos dos años, JR ha exportado la idea de los “gestos por la paz” a todo el globo. Tomó sus close-ups en Israel y Palestina, con gente gesticulando y que tenía los mismos oficios: taxistas, peluqueras, choferes, guardias deseguridad. Los amplió y los pegó, uno junto al otro, en los edificios de ambos lados de la frontera y en el muro que separa Israel del Banco Oeste.

¿Cuáles eran los israelíes que gesticulaban? ¿Cuáles los palestinos? La mayoría de la gente no podía distinguirlos. JR tomó fotos de israelíes y palestinos viendo sus fotos. Las pegó también.

Lo más famoso que ha hecho fue tomar las fotos de tres felizmente gesticulantes hombres: un imam, un rabino y un cura. Esas imágenes, pegadas, impresas una junto a otra, se han hecho famosas por todo el mundo. Los tres hombres de dioses diferentes –o del mismo dios– gesticulando se han hecho amigos desde entonces. El imam y el rabino, Sheik Aziz y Reb Eliyahu, recientemente acompañaron a JR a Ginebra, donde le ayudaron a pegar sus propias caras gigantes para una exposición.

En su aventura más ambiciosa, JR viajó por África el año pasado con su cámara, sus largos cepillos para pegar, su pegamento y un equipo de ayudantes, incluyendo dos realizadores británicos, Dan Lowe y Anthony Dickenson. Este fue el principio de un nuevo proyecto, Mujeres y Héroes, que explora el coraje diario de las mujeres amenazadas por la guerra, el hambre o la pobreza.

JR tomó fotos de las caras de mujeres africanas y especialmente de sus ojos. En Liberia, negociando con soldados y rebeldes y bandidos, pegó enormes ampliaciones de estas caras y ojos en edificios, puentes, camiones y autobuses. Recientemente fue invitado a pegar algunas de sus imágenes africanas, crecidas a una escala inmensa, en las calles de Bruselas, para el Día Internacional de la Mujer. Una cinta de Lowe y Dickenson, contando el viaje de JR, está planeada para proyectarse el año que entra.

“Soy dueño de la galería de arte más grande del mundo”, dice JR. “Exhibo sin problemas en las calles del mundo, captando la atención de gente que no va a museos. Mi trabajo mezcla el arte y la acción. Habla de compromiso, de belleza, de libertad, de identidad y de límites”.

JR lleva el arte a lugares donde mandan la sospecha, la pobreza, la violencia y la opresión, pero insiste en que lo que hace es una afirmación artística, no política. “No soy un artista con una causa, sino un artista que causa que la gente piense”, dice.

El arte de JR es también un experimento de humanizar el poder del arte en sí. En Libia conoció mujeres que habían sido violadas y cuyos hijos habían sido asesinados por rebeldes, o por tropas del gobierno. “Parecían destrozadas, aplastadas, privadas de vida, pero accedieron a ser fotografiadas porque querían que sus historias se conocieran. En cuanto la cámara afocó a sus caras, podías ver la vida, la determinación, la inundación de valor detrás de sus ojoso”.

De forma similar, dijo, él y su equipo fueron a lugares donde les habían recomendado fuertemente que no fueran. Les advirtieron de los riesgos de ser secuestrados o asesinados. “Sí, a veces, al principio había problemas. La gente quería saber quién nos había enviado, quién nos pagaba, del lado de quién estábamos. Cuando veían que nadie nos había mandado, que estábamos ahí para tomar y mostrar fotos, de gratis, el humor cambiaba. La gente salía de su propio camino para ayudar”.

JR usa compañías comerciales especializadas en fotocopias para ampliar e imprimir sus fotografías. Emergen de las máquinas de fotocopias en tiras de 80 centímetros de ancho. Las tiras de papel de póster con pegadas entonces en edificios –a veces, en África, en vehículos–, usando pegamento normal y anchos cepillos.

En África y el Medio Oriente, las ampliaciones eran lo suficientemente pequeñas como para ser pegadas con escaleras. En Europa, JR y su equipo usan pequeñas grúas móviles. La mayor ampliación hasta ahora tenía 40 metros de largo y 30 de ancho, para una exhibición en Berlín. Si logra ocupar toda la torre de la Tate Modern, habrá tirado su récord de altura.

“No hay límite técnico de qué tan larga puede ser la ampliación de una fotografía”, dice. “El único límite es si puedes encontrar la forma de pegarla a un edificio”.

¿Por qué hacer tan grandes sus ampliaciones? En África y Medio Oriente, dice, no es necesario el tamaño. Los paisajes urbanos y campestres son tan monótonos que cualquier gran fotografía pegada en el exterior llama la atención.

“En Europa, estoy compitiendo con un montón de imágenes comerciales o signos en paneles o edificios. Uso el blanco y negro para sobresalir, pero también uso el tamaño”.

La Tate Modern ha encargado a JR que decore la fachada del edificio para una exposición sobre el “arte callejero” en mayo. JR ya tiene varias posibilidades delineadas en su computadora en su taller en París. Una de sus ideas es poner una tira de sus fotografías de ojos de mujeres africanas del largo del edificio. Su plan favorito, sin embargo, es ocupar el alto de la torre, o posiblemente tres lados de la torre con ampliaciones de sus “tres divinos gesticuladores”.

“Ser invitado a la Tate Modern es una consagración que no había esperado tan pronto”, afirma. “Quiero probar algo muy especial, algo que sea recordado”.

Un proyecto adicional de JR para Londres es una imagen “animada” de uno de sus ojos africanos, usando técnicas que darán a los que la vean la impresión de que el ojo está guiñando.

¿Ve alguna contradicción entre su imagen como un fotógrafo “callejero” espontáneo y el hecho de que se le encargue algo para un museo? ¿Le avergüenza que sus impresiones se vendan en doce mil euros?

“No, mientras una cosa apoye a la otra. Vender las impresiones financia mis viajes, que no son baratos. Las exhibiciones en los museos me ayudan a mandar el mensaje de lo que hago y el tamaño ayuda. No puedes poner una imagen de 90 metros de alto sin permiso. Igualmente, mi proyecto real está en la calle, sea en París, en Liberia o, lo que sigue, en América Latina y Asia”.

© The Independent

Traducción: Eugenio Fernández Vázquez

Fuente: La Jornada


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