Imágenes de una pasión… en Iztapalapa
Pasión en Iztapalapa reúne la mirada de ocho fotógrafos, la mayoría dedicados a la fotografía publicitaria, quienes buscar ofrecer una aproximación diferente a una de las actividades más retratadas en México.
Pasión en Iztapalapa pretende ofrecer una mirada alternativa a un acontecimiento tantas veces documentado. Foto: Tomadas del libroMezcla inquebrantable de la fe y la voluntad de estar juntos, exaltación del pueblo de Cristo avecindado en Iztapalapa, la Pasión desemboca en las cruces que todos deberían evitar pero permiten que persista la dolida memoria”, escribe Juan Villoro en la introducción del libro Pasión en Iztapalapa (Océano/Trilce, 2008). Carlos Monsiváis anota en el epílogo de la misma publicación que estamos ante una obligación urbana ya dependiente de las cámaras y micrófonos, “de la tecnología al servicio de los estremecimientos del alma”. La representación de la Semana Santa por los habitantes de los ocho barrios que antaño fuera uno de los pueblos más tradicionales en la zona del Valle de Texcoco y, ahora, de los más recreados en los noticieros de televisión en su información de nota roja, de la violencia urbana y el crimen organizado. Sin embargo, esa imagen se transforma cada año, y los imaginarios colectivos y tecnológicos se llenan de más de 160 años de tradición, una de las más recreadas en crónicas y notas informativas, pero también de las más reflejadas en las imágenes de las televisoras y de infinidad de fotógrafos que aún buscan hallar “el otro lado” a los pasajes bíblicos recreados en las calles de Iztapalapa. La publicación pretende convertirse en esa mirada alternativa a lo ya tantas veces retratado, a través de la cámara de gente como Jorge Pablo de Aguinaco, Carlos Contreras, Karel del Ángel, Ricardo Espinoza, Jesús López, Ricardo Maldonado, Guillermo Soto y Enrique Villaseñor, algunos de ellos fotógrafos de prensa en algunas etapas de su vida, otros alejados totalmente se esa atmósfera. Otra cultura Guillermo Soto, uno de los miembros del equipo de fotógrafos, advierte: no soy periodista, me dedico a la fotografía comercial. “Para mí salir y tomar esas cosas es maravilloso porque me logra quitar del tedio”. Luego cuenta como surgió el libro Pasión en Iztapalapa: el proyecto vino del intento de organizar un concurso sobre la representación, cuyas imágenes servirían para exponerse en el circuito de galerías al aire libre de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal, pero ante la premura, decidieron organizar una especie de salón de invitados, con gente de trayectoria en el medio. “De los que fuimos para hacer el libro, sólo dos se dedican al fotorreportaje, pero también hacen trabajo personal, y hay mucha diferencia en ir y fijarte en todo, a estar ahí con la prisa por regresar a la redacción, lo que finalmente hacen todos los reporteros de prensa.” Guillermo había tocado el tema por vez primera en 1982, para después recorrer esas calles en un par de ocasiones más, siempre con el propósito de enfocarse en uno de los personajes, desde su vida personal hasta su participación, si bien el dedicarse a la fotografía publicitaria le permite tener una mirada más fresca acerca de la representación. “Nosotros somos extraños. Nos sabemos la historia, pero tomar fotografías de algo tan fotografiado te obliga a ir hacia otras cosas. Creo que ese es el reto. Si algo se ha tomado como evento social es la Pasión y siempre son las mismas fotos, pero nosotros fuimos con otra idea.” La visión diferente no sólo está basada en el destino de las imágenes, sino hasta en la cultura y su la forma de ver el mundo, por ellos los fotógrafos buscaron desprenderse de sólo ver las cosas para ir en busca de otros elementos a su alrededor, convencidos de una fotografía es la interpretación del fotógrafo, nunca la realidad, porque “aunque no se quiera, se manipula la realidad”. “Los que vean el libro van a ver la pasión como la vimos nosotros y quién sabe si sea la real. El fotógrafo impone su mirada y luego ya cada quien interpreta lo que quiere. Esa es la diferencia. “Somos bien ajenos, de hecho para mí es como estar ante otra cultura. Ahora trabajamos en un proyecto sobre los carnavales y nos damos cuenta que viven otra cultura, otro mundo.” Al final pueden recuperarse al últimas palabras de Carlos Monsiváis en el epílogo de Pasión en Iztapalapa: “Y si ya no se cree como antes en los milagros de los tiempos bíblicos o de la bendita Edad Media, sí se confía en los milagros de la tecnología que también vienen del cielo.” |

Pasión en Iztapalapa pretende ofrecer una mirada alternativa a un acontecimiento tantas veces documentado. Foto: Tomadas del libro





























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