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CITA mes de Diciembre 2008

La reproduccion de la obra de arte no solo esta condicionada por la manera de ver del fotografo, sino tambien por la del que mira la fotografia.

Gisele Freung (La fotografia como Documento Social)

domingo, 9 de marzo de 2008

"The Girl Next Door: Elmer Batters y el fetichismo de los 50" por María José López

Elmer Batters, fotógrafo estadounidense, considerado por algunos como pope del fetichismo fotográfico. Le obsesionaba una parte muy concreta de la anatomía femenina: los pies. Le interesaban más que los traseros o los pechos. Su temática a menudo es conocida como “leg art”. Consagró su carrera al género de las pin-ups, pero no eran chicas de portada de revista, ni modelos profesionales, ni actrices. Las chicas que posaban para él eran mujeres corrientes, normalmente amigas suyas. Simplemente las convencía para que se pusiesen delante del objetivo, de ahí la naturalidad que se desprende de su producción fotográfica, especialmente en su primera etapa.

Comenzó con la fotografía en la década de los 50, desde el principio no reprimió su pasión fetichista por los pies. Pero sus gustos no pasaron desapercibidos en los EE.UU de los 50, su fervor desmedido por los pies fue considerado como algo perverso, atentaba contra la moral. Así que fue investigado por la Unidad de Asuntos Morales del Departamento de Policía de Los Ángeles. A principios de los 60 se ordenó su detención, fue acusado de obscenidad y finalmente fue procesado. Cierto es que si sus fotos llamaron la atención es porque había algo erótico en ellas, tenían algo especial, pues en caso contrario habrían pasado desapercibidas.

Las pin-ups, las mujeres sensuales con actitudes sugerentes, y la visión que Batters ofrece de las mismas contribuyó sin duda a la revolución del concepto de belleza, dando lugar a un nuevo icono de feminidad. Lo destacable es que sus chicas no eran profesionales, pero después de pasar por su cámara, Elmer las dotaba de un encanto que en muchas ocasiones nada tenían que envidiarle a las actrices de la época. Sus modelos estaban más próximas a las “girls next door”, puesto que eran chicas alejadas del glamour, eran más cercanas. Una erótica capaz de convertir a esa chica normal, que en ocasiones podría pasar desapercibida, en un auténtico icono sexual, “la erótica de la vecina”, mujeres a las que tenemos la ocasión de pillar “in fraganti” en una situación comprometida, donde la ingenuidad y la espontaneidad del momento puede aumentar el grado de erotismo.


En el cine, esta erótica a menudo ha sido presentada mediante la mirada indiscreta de un voyeur que espía a través de una cerradura. La imagen capturada por la cámara representa la visión subjetiva del observador, desde la cual participamos en la escena. El objetivo se dirige sinuosamente hacia una cerradura, la imagen desenfocada va adquiriendo nitidez, hasta obtener una resolución perfecta de un cuerpo femenino. En la que se dibuja una silueta enmarcada en un arco de herradura, recurso visual con el que se pretende que la atención recaiga sobre la figura a exhibir. En este caso un cuerpo de mujer que es capaz de expresar mediante un lenguaje corporal un erotismo que da lugar a toda una experiencia visual.

A final de los 60, Elmer Batters dejó de publicar y se centro en perfeccionar la técnica. En estas fechas ya estaba extendida la técnica de la fotografía con flash, pero Elmer estaba convencido de que no tenía sentido emplearla para fotografiar los pies ni ninguna otra parte del cuerpo femenino porque se perdía la sensación de dimensionalidad. La iluminación la conseguía a partir de luces de tungsteno. Un pie lo podía rodear de cinco lámparas, así podía iluminar todas las curvas y no perder ni un detalle.


Al fotógrafo le gustaban los pies cortos, blandos y relativamente anchos, con un empeine alto y curvado y unos dedos regordetes y vivarachos. Los dedos tensamente extendidos y en primer plano, llenando todo el marco. “De manera que no sólo invitan a lamerlos y a olerlos, sino que lo piden a gritos“, afirmó Elmer en una ocasión. Aunque a veces puede resultar un poco espeluznante, como en el caso de alguna fotografía con cierto parentesco con la estética del terror psicológico de la época, recuerdo inconfeso a la empleada por Hitchcock. Elmer no sólo sentía predilección por los pies, también le gustaba el juego y apostar, así que era habitual que se llevase a sus “lolitas” a Las Vegas. Les hacía fotos por el desierto, en los casinos y en habitaciones de hotel.

En la década de los 70 las revistas que estaban especializadas en el arte de la pierna fueron reemplazadas por revistas con contenidos más explícitos y el pubis se convertiría en la parte del cuerpo femenino más popular. La mayoría de las fotografías elogiaban esta zona. Pero Elmer no quería subir el objetivo de su cámara, no quería desmarcarse de su tema favorito. Aunque bien es cierto que durante esta década fue dejando su timidez a un lado y se atrevió con desnudos completos, nunca desde una perspectiva frívola, siempre presenta a la mujer de un modo bastante natural, (a diferencia de Ed Fox ). Su carrera se prolongó hasta 1984.


Ed Fox, discípulo de Elmer, piensa, al igual que su maestro, que la parte más tentadora del cuerpo femenino son sus pies. Comparten el mismo secreto, pero Ed Fox no es ningún imitador, enaltece el pie, pero a su manera, con un estilo propio y contemporáneo. Frente a la pasividad y estaticidad de Elmer las fotografías Ed Fox están llenas de energía y dinamismo. Su técnica es impecable. Es un fotógrafo de acción. Una vez que comienza a trabajar ya nada puede detenerlo. Si la modelo tiene que ir al servicio él la persigue, sigue lanzando fotos, la sesión no se puede interrumpir.

Este fotógrafo no tiene ningún pudor para subir su objetivo o dirigirlo hacia donde sea necesario, no tiene nada que ver con el estilo ingenuo e inocente de Elmer. Su fotografía preferida siempre ha sido la de Playboy, su deseo era trabajar para la revista, aunque nunca lo llegó a conseguir. Desde que se hizo conocido siempre a trabajado con estrellas consagradas del porno, las mujeres que le sirven de modelos son excepcionalmente curvilíneas. Sus fotografías a menudo tienen cierto carácter sadomasoquista y pornográfico. Las mujeres aparecen maniatadas con cintas o masturbándose con vibradores, mostrándose lascivas y obscenas. Aunque no toda su producción es así, a veces simplemente se queda en lo erótico, y otros de sus trabajos están más cercanos a la fotografía utilizada en publicidad.


Los escenarios que utiliza el artista suelen ser sitios sucios, mugrientos, hediondos y apartados, tiene preferencia por los exteriores. Los emplazamientos escogidos para sus rodajes los ha realizado en edificios abandonados, ha llegado a organizar sesiones en depósitos de neumáticos. Luego han resultado ser sus trabajos más codiciados. Pretende resaltar la pulcritud de la modelo y la perfección de su belleza en contraste con un entorno hostil y agresivo.

Ed Fox es uno de esos artistas que se encuentra en un género sin clasificar, oscila entre el arte y el porno. Son muchos los artistas que se hayan en esta marginación artística, no se pueden encasillar claramente en ninguna parte. Debido al alto contenido sexual de sus temas, a veces sádico, resulta complicada la apreciación libre de prejuicios. Suelen escandalizar bastante fuera de ciertos círculos. Se apartan de un arte académico e institucional, aunque trabajos de este tipo se terminan filtrando, y cada vez tienen más aceptación y reconocimiento por parte de la crítica. Su calidad artística no es puesta en cuestión , y es muy valorado en el mundo del arte actual. A Ed Fox lo que le interesa son las chicas glamurosas y de calendario. En la mayoría de los casos estas obras pertenecen a adinerados coleccionistas, pero se puede tener la suerte de disfrutarlas en las exposiciones temporales que organizan los museos de arte contemporáneo. Fox tiene el privilegio de ser uno de los artistas preferidos de Benedict Taschen, que cuenta entre su colección con muchas de sus obras.

María José López Navarro

Fuente: Septimo Vicio


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