Un vistazo a las vacaciones a través del objetivo
AVANCE. Las cámaras digitales están en auge por su capacidad y porque permiten eliminar las imágenes defectuosas
Las cámaras digitales han desatado la fiebre por hacer fotografías a todo y a todos. Tras los viajes, se acumulan cientos de imágenes. Acertar no es tan difícil, sólo hay que seguir unos consejos básicos
TEXTO: BEATRIZ HERRERA / FOTOS: SUR / MÁLAGA
PAISAJES desenfocados, ojos cerrados o demasiado abiertos, muecas, pies doblados, posturas extrañas y por si fuera poco, varios kilos de más. Suma y sigue. No basta con los cientos de fotografías realizadas, ni con los tres carretes gastados. Tampoco ha ayudado repetir sin cesar las palabras mágicas: patata o 'cheese'. Hay ocasiones en las que al revelar las fotos se comprueba con horror que ninguna de las instantáneas ofrece un buen recuerdo del viaje o las vacaciones, sino todo lo contrario.
Para evitar el deseo de tirar algunas fotografías a la basura o esconderlas en lo más profundo del armario, basta con seguir una serie de consejos para principiantes que se pueden extender más allá de la toma gracias a los programas de tratamiento digital de la imagen.
La iluminación es, sin duda, uno de los elementos fundamentales de la fotografía y es en torno a ella donde se produce el mayor número de errores. El más común es dirigir la cámara hacia el sol, de modo que se origina el llamado contraluz. Para evitarlo, el fotógrafo Isidro Salido aconseja encender el flash -aunque sea de día- o en su defecto, cambiar de posición. «La mejor luz es la de las primeras horas del día porque es muy suave y las sombras no son tan oscuras como al mediodía», añade la fotógrafa María Molina.
En caso de que la iluminación de la instantánea final no sea la correcta, es preferible que la imagen esté subexpuesta que sobreexpuesta, ya que como asegura el propietario de Fotovisión, José Manuel Valero, «una fotografía oscura se corrige con mayor facilidad que una quemada, es decir, muy blanca».
A pesar de viajar únicamente con la pareja o los amigos, los álbumes de fotos contienen con frecuencia imágenes de desconocidos que cruzaron justo en el momento de realizar la instantánea o que casualmente hablaban por teléfono delante del monumento que se va reproducir. Estas incursiones hacen que sea casi imposible colocar la foto en un portarretratos, al tiempo que restan calidad a la imagen. «La fotografía requiere mucha paciencia para saber esperar a que no haya gente dentro del encuadre», dice María Molina.
Las imágenes del verano no serían nada sin los niños, que por lo general son los protagonistas indiscutibles de las fotos en la playa. Y para que los reyes de la casa salgan bien hay que evitar retratarlos desde arriba, porque de este modo la imagen se distorsiona y la cabeza no es proporcional al cuerpo. Lo ideal es situarse a la altura de los ojos del menor y encuadrarlo a un lado, dejando un espacio libre en dirección a su mirada.
Cortar cabezas, brazos, pies u otro tipo de 'carnicería' es posible en fotografía siempre y cuando no se realice por las articulaciones. Por ejemplo, se ha de recortar la figura por el muslo, no por las rodillas; el brazo, por encima del codo, nunca por las muñecas; y en los primeros planos, cortar por la frente en lugar de hacerlo por la barbilla.
El posible descontento por el resultado final del reportaje gráfico de las vacaciones es mucho mayor en las personas con gafas, ya que los cristales reflejan la luz. El uso de lentes antirreflejantes disimula el efecto negativo, pero no lo elimina por completo. Arreglarlo es tan sencillo como girar un poco la cabeza hacia un lado para evitar el impacto directo de la luz del sol o del flash sobre las propias gafas.
Aunque muchas cámaras del mercado incluyen ya una opción para la eliminación del efecto 'ojos rojos', otras carecen de la misma. En este caso, la persona que capta la instantánea ha de evitar encuadrar de frente a sus modelos, tal y como aconseja Isidro Salido.
La toma de una buena fotografía es una tarea que depende conjuntamente del fotógrafo y el modelo. Si el primero cuida el encuadre y la iluminación, el segundo debe mostrarse espontáneo, natural y tranquilo. «Ha de notarse que lo estás pasando muy bien para que los amigos o familiares que vean las fotos a la vuelta de las vacaciones sientan envidia sana», bromea María Molina.
Elegir el tipo de cámara es una tarea no menos sencilla a la hora de salir de viaje. Aquí la tradición y la tecnología se contraponen de modo que a un lado se sitúan las cámaras convencionales y en el lado opuesto, las digitales. La función de una y otra son la misma, pero el proceso dista mucho entre sí. Decantarse por el negativo o la tarjeta de memoria es, por tanto, una decisión que en muchas ocasiones viene marcada por la edad o la propia costumbre.
La capacidad limitada de los carretes convencionales es una de las principales causas del auge del sistema digital, así como la posibilidad de revisar las imágenes y eliminar las que no agradan. Así, las cámaras digitales evitan la necesidad de escatimar en cantidad y en calidad. Prueba de ello es que una tarjeta de un 'giga' de memoria tiene capacidad para cerca de mil imágenes de calidad normal, como apunta el responsable de Fotovisión, José Manuel Valero.
Actualmente, es más barato recurrir a las cámaras digitales que a las analógicas, ya que el precio de la reproducción en papel de las imágenes oscila entre 12 y 25 céntimos, en función de la cantidad y el tamaño. Además, se pueden almacenar en el ordenador si no se desean en papel, lo que no supone gasto alguno.
A golpe de ratón
Las pieles tersas, las sonrisas blancas y los cuerpos de infarto, incluso en bañador, que a menudo aparecen en las revistas pueden deberse más a un golpe de ratón que a la propia naturaleza. Esto significa que cualquiera puede obtener un retrato sin imperfecciones en la piel gracias a los programas de retoque digital.
Y no siempre es necesario ser un profesional para lograrlo, sino que basta con unas nociones básicas y programas sencillos como 'Picasa', de descarga gratuita y perteneciente a Google, que permite editar las imágenes y añadirles efectos. «No hay que tener miedo a retocar las imágenes, siempre que se trabaje con una copia, no sobre el original», considera María Molina.
En definitiva, para aprender a observar la realidad a través del objetivo basta con aprender los conceptos elementales, practicar y ser espontáneo, ya que, como dijo el que fuera asistente de Man Ray, Bill Brandt, «un fotógrafo debe poseer y conservar las facultades receptivas de un niño que mira el mundo por primera vez».
Fuente: Sur.es
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