Un guerrero de la fotografía
Nueva York — La fotografía se puede utilizar para lograr un impacto positivo o negativo en la opinión pública y es un documento visual que se convierte en testigo en tiempo y espacio de algo que ha sucedido.
La vida y obra de Pedro E. Guerrero es un reflejo de eso. Una herencia que supera los límites geográficos y trasciende a una audiencia multicultural.
El mexicoamericano nació en Casa Grande, Arizona en 1917 pero creció en Mesa rodeado de sus padres y hermanos. En cuarto grado fue integrado al grupo de alumnos anglosajones. Luego de graduarse en la escuela secundaria viajó a Los Angeles para asistir al prestigioso Art Center School.
“Dejé mi hogar porque quería surgir, buscar grandes oportunidades, que no existían para los mexicanos en aquel entonces, solamente como obreros. Aunque mi padre era pintor, él no quería que trabajara para él y yo tampoco quería trabajar con él”, dijo Guerrero a EL DIARIO/LA PRENSA.
“Como tenía un hermano que había ido a una escuela de arte en Los Angeles, se me ocurrió ir allí para dejar atrás el prejuicio que existía en Mesa; me inscribí y asistí a esa misma escuela y así pude alcanzar lo que quería lograr. No tenía un portafolio qué ofrecer, sólo mi ambición de llegar a ser un artista. Seleccioné la fotografía y desde entonces ha sido parte de toda mi vida”, indicó.
Pedro E. Guerrero se convirtió en el fotógrafo de tres importantes artistas norteamericanos: el arquitecto Frank Lloyd Wright y los escultores Alexander Calder y Louise Nevelson.
Trabajó junto al diseñador Marcel Breuer, los maestros de la imagen Irving Penn y Richard Avedon, así como el pintor Andy Warhol.
Durante los 20 años que trabajó para la revista House and Garden, fotografió entre muchos otros los hogares de la chef Julia Child, el director John Huston, los arquitectos Philip Johnson y Edward D. Stone, y el director artístico Alexi Brodovitch.
Sus trabajos han sido publicados a nivel internacional, como en las revistas de New York Times Magazine, Harper`s Bazaar, Vogue, Architectural Record, Travel and Leisure, etc.
— ¿Cómo llegó a conocer a su gran amigo Frank Lloyd Wright?
— Cuando estaba en la escuela no me gustaban las tareas, éstas eran muy comerciales. Yo quería crear un buen portafolio para exhibirlo (...) Decidí dejar los estudios por un año. Era inmaduro y no quería recibir órdenes. Volví a Mesa, donde mi padre me asesoró y me indicó que me comunicara con Frank Lloyd Wright, a quien le trabajaba como pintor. En ese momento Wright construía un taller casa en el desierto, al norte de Scarsdale. El no tenía teléfono y recibía correo una vez por semana, pero encontramos una manera de comunicarnos y me dijo que lo visitara en cualquier momento. Tuve que cruzar el desierto rodeado de cactus (...) estoy hablando de 60 años atrás. El estaba frente a su estudio y me dijo: “¿Quién es usted?” y yo le dije: “Pedro Guerrero y soy fotógrafo”. Esta fue la primera vez que me presenté de esa manera. Entré a su casa y le enseñé el mismo portafolio que le había mostrado a la escuela. El fue más generoso con lo que vio en el portafolio. Luego de 15 minutos me ofreció trabajo y yo lo acepté. No me preocupé más por conseguir trabajo. Tuvimos un vínculo muy estrecho, incluso en mi época en el ejército.
— ¿Cuándo decide vivir en Nueva York?
— Después de la Segunda Guerra Mundial me fui a Nueva York, donde me establecí como fotógrafo y trabajé como colaborador para revistas como House and Garden, Architectural Forum, Redbook y otras. Trabajé en la ciudad hasta que me retiré. Bueno, no se puede llamar retiro. También en esa época compré una casa con dos acres en New Canaan, Connecticut.
— A qué personalidad recuerda con más cariño.
— El más importante para mí, aunque no puedo decir que eramos compañeros, fue Frank Lloyd Wright. Cuando tenía la oportunidad me llamaba por teléfono y nos juntábamos para desayunar en el Hotel Plaza o en la casa de Philip Johnson en Connecticut. El segundo fue Alexander Calder, quien fue tan famoso y fuimos buenos amigos hasta que murió. Fui la persona que le tomó la última foto, tres semanas antes de su muerte. Cuando él se fue no sabía qué iba a ser. Lo conocí por casualidad trabajando en House and Garden, y fuimos muy buenos amigos por 13 años. Me quedé varios meses en la casa de él en Francia.
— Tengo entendido que le gusta el cine. ¿Ha trabajado en el séptimo arte?
— ¡Nunca!. El tiempo pasa muy rápido. Hubo una época que quería entrar a la televisión como camarógrafo, pero estaba muy ocupado en la fotografía. Al comienzo de la Guerra de Vietnam, estuve protestando contra el conflicto, organizando marchas y vigilias. En New Canaan me volví poco popular ya que era un crimen no respaldar la guerra; había que apoyar a las tropas. Yo no quería formar parte de eso. En febrero de 1968 o 1969, no recuerdo muy bien, The New York Times publicó un artículo sobre mí en la portada. Creo que fue un error desde el punto de vista de que la comunidad me quería fuera del pueblo. Y mi trabajo por más de 20 años en House and Garden, llegó a su fin.
—¿Es más fácil para los hispanos lograr sus metas hoy en día?
— ¡Mucho mejor!, pero también hay algunos seguimientos contra la comunidad como hizo el Ku Klux Klan contra los afroamericanos. Esto origina una atmósfera fea y dolorosa. Yo ya estoy muy viejo para esas batallas, pero de vez en cuando escribo cartas para periódicos en Arizona, donde paso el invierno. Estoy en contra de lo que quieren hacer. Expulsar al mexicano, guatemalteco, o de donde provenga la persona, de repente y sin avisar. América está quedando muy mal parada al respecto.
La fotografía de Pedro E. Guerrero ha formado parte de exhibiciones en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Museo Guggenheim y el Museo Whitney, entre otros. Un grupo de 60 fotos de su serie sobre Wright, forman parte de una muestra permanente en el Monona Terrace Convention Center en Madison, Wisconsin. Y uno de los portarretratos de Calder fue seleccionado recientemente para celebrar la obra del escultor con una estampilla conmemorativa por la oficina postal de los Estados Unidos.
La vida y obra de Pedro E. Guerrero es un reflejo de eso. Una herencia que supera los límites geográficos y trasciende a una audiencia multicultural.
El mexicoamericano nació en Casa Grande, Arizona en 1917 pero creció en Mesa rodeado de sus padres y hermanos. En cuarto grado fue integrado al grupo de alumnos anglosajones. Luego de graduarse en la escuela secundaria viajó a Los Angeles para asistir al prestigioso Art Center School.
“Dejé mi hogar porque quería surgir, buscar grandes oportunidades, que no existían para los mexicanos en aquel entonces, solamente como obreros. Aunque mi padre era pintor, él no quería que trabajara para él y yo tampoco quería trabajar con él”, dijo Guerrero a EL DIARIO/LA PRENSA.
“Como tenía un hermano que había ido a una escuela de arte en Los Angeles, se me ocurrió ir allí para dejar atrás el prejuicio que existía en Mesa; me inscribí y asistí a esa misma escuela y así pude alcanzar lo que quería lograr. No tenía un portafolio qué ofrecer, sólo mi ambición de llegar a ser un artista. Seleccioné la fotografía y desde entonces ha sido parte de toda mi vida”, indicó.
Pedro E. Guerrero se convirtió en el fotógrafo de tres importantes artistas norteamericanos: el arquitecto Frank Lloyd Wright y los escultores Alexander Calder y Louise Nevelson.
Trabajó junto al diseñador Marcel Breuer, los maestros de la imagen Irving Penn y Richard Avedon, así como el pintor Andy Warhol.
Durante los 20 años que trabajó para la revista House and Garden, fotografió entre muchos otros los hogares de la chef Julia Child, el director John Huston, los arquitectos Philip Johnson y Edward D. Stone, y el director artístico Alexi Brodovitch.
Sus trabajos han sido publicados a nivel internacional, como en las revistas de New York Times Magazine, Harper`s Bazaar, Vogue, Architectural Record, Travel and Leisure, etc.
— ¿Cómo llegó a conocer a su gran amigo Frank Lloyd Wright?
— Cuando estaba en la escuela no me gustaban las tareas, éstas eran muy comerciales. Yo quería crear un buen portafolio para exhibirlo (...) Decidí dejar los estudios por un año. Era inmaduro y no quería recibir órdenes. Volví a Mesa, donde mi padre me asesoró y me indicó que me comunicara con Frank Lloyd Wright, a quien le trabajaba como pintor. En ese momento Wright construía un taller casa en el desierto, al norte de Scarsdale. El no tenía teléfono y recibía correo una vez por semana, pero encontramos una manera de comunicarnos y me dijo que lo visitara en cualquier momento. Tuve que cruzar el desierto rodeado de cactus (...) estoy hablando de 60 años atrás. El estaba frente a su estudio y me dijo: “¿Quién es usted?” y yo le dije: “Pedro Guerrero y soy fotógrafo”. Esta fue la primera vez que me presenté de esa manera. Entré a su casa y le enseñé el mismo portafolio que le había mostrado a la escuela. El fue más generoso con lo que vio en el portafolio. Luego de 15 minutos me ofreció trabajo y yo lo acepté. No me preocupé más por conseguir trabajo. Tuvimos un vínculo muy estrecho, incluso en mi época en el ejército.
— ¿Cuándo decide vivir en Nueva York?
— Después de la Segunda Guerra Mundial me fui a Nueva York, donde me establecí como fotógrafo y trabajé como colaborador para revistas como House and Garden, Architectural Forum, Redbook y otras. Trabajé en la ciudad hasta que me retiré. Bueno, no se puede llamar retiro. También en esa época compré una casa con dos acres en New Canaan, Connecticut.
— A qué personalidad recuerda con más cariño.
— El más importante para mí, aunque no puedo decir que eramos compañeros, fue Frank Lloyd Wright. Cuando tenía la oportunidad me llamaba por teléfono y nos juntábamos para desayunar en el Hotel Plaza o en la casa de Philip Johnson en Connecticut. El segundo fue Alexander Calder, quien fue tan famoso y fuimos buenos amigos hasta que murió. Fui la persona que le tomó la última foto, tres semanas antes de su muerte. Cuando él se fue no sabía qué iba a ser. Lo conocí por casualidad trabajando en House and Garden, y fuimos muy buenos amigos por 13 años. Me quedé varios meses en la casa de él en Francia.
— Tengo entendido que le gusta el cine. ¿Ha trabajado en el séptimo arte?
— ¡Nunca!. El tiempo pasa muy rápido. Hubo una época que quería entrar a la televisión como camarógrafo, pero estaba muy ocupado en la fotografía. Al comienzo de la Guerra de Vietnam, estuve protestando contra el conflicto, organizando marchas y vigilias. En New Canaan me volví poco popular ya que era un crimen no respaldar la guerra; había que apoyar a las tropas. Yo no quería formar parte de eso. En febrero de 1968 o 1969, no recuerdo muy bien, The New York Times publicó un artículo sobre mí en la portada. Creo que fue un error desde el punto de vista de que la comunidad me quería fuera del pueblo. Y mi trabajo por más de 20 años en House and Garden, llegó a su fin.
—¿Es más fácil para los hispanos lograr sus metas hoy en día?
— ¡Mucho mejor!, pero también hay algunos seguimientos contra la comunidad como hizo el Ku Klux Klan contra los afroamericanos. Esto origina una atmósfera fea y dolorosa. Yo ya estoy muy viejo para esas batallas, pero de vez en cuando escribo cartas para periódicos en Arizona, donde paso el invierno. Estoy en contra de lo que quieren hacer. Expulsar al mexicano, guatemalteco, o de donde provenga la persona, de repente y sin avisar. América está quedando muy mal parada al respecto.
La fotografía de Pedro E. Guerrero ha formado parte de exhibiciones en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Museo Guggenheim y el Museo Whitney, entre otros. Un grupo de 60 fotos de su serie sobre Wright, forman parte de una muestra permanente en el Monona Terrace Convention Center en Madison, Wisconsin. Y uno de los portarretratos de Calder fue seleccionado recientemente para celebrar la obra del escultor con una estampilla conmemorativa por la oficina postal de los Estados Unidos.
Fuente: El Diario
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