Sobre la objetividad de la fotografía

Se dice que uno de los hechos que impulsó la aparición de las distintas vanguardias fue la invención de la cámara fotográfica. Esta supuso, sin lugra a dudas, una liberación para la voluntad creadora del artista. Exento de la obligación de estar atado a la realidad que hasta entonces había intentado reflejar, el artista podía inventar nuevos mundos, deformar la realidad… en definitiva: el artista podía, por fin, crear la realidad. Las consecuencias de todo esto para el arte son importantes, pero cuando se hace referencia a ello, suele olvidarse de lo que este proceso implica para la fotografía: se asocia con ella el conocimiento objetivo. Esta idea se lleva al extremo en nuestros días: la fotografía no es una copia o un reflejo de lo real. La fotografía es lo real. Y todo esto hasta límites insospechados: cuando vemos algo especialmente hermoso o llamativo, solemos soltar esa frase: “está de foto”.

Vivimos en la cultura de la imagen, sí, pero conviene discutir esta evolución o al menos ponerla entre interrogantes. Hace un tiempo, hablaba con un estudiante de fotografía, y me decía (no sé si para caerme simpático…) que una de las cosas que más le gustaba era la “filosofía de la fotografía”. Incrédulo de mí, le pregunté qué era aquello de la “filosofía de la fotografía”. Trató de ponerme algunos ejemplos: le gente, decía, suele pensar que las fotos reflejan la realidad. Pero eso no es cierto. ¿Quién puede ser tan ingenuo como para pensar que todo lo que nos rodea puede reducirse a la reacción química que se produce en un papel? Bien mirado, no le faltaba razón. La pretendida objetividad de la fotografía se ha ido convirtiendo en un enorme mito incuestionable. Forografía es, hoy, sinónimo de veracidad, objetividad, verdad. Y a poco que pensemos, tenemos motivos para darnos cuenta de que esto no es necesariamente así.

Y no se trata sólo de que la fotografía sea, en el fondo, una reacción química sobre un papel. Quizás todo fuera mucho más sencillo si el problema fuera sólo este. Lo realmente delicado del asunto es, entre otras cosas, que toda fotografía representa un punto de vista sobre la realidad. Las fotos tienen un enorme poder simbólico y emocional, y pueden arrastrar nuestra opinión sin que apenas nos demos cuenta de ello. La necesidad de saber “leer” o interpretar las imágenes que se nos lanzan diariamente es incuestionable: preguntarnos qué estamos viendo, desde qué punto de vista se nos está mostrando, o incluso si caben otros enfoques para esa misma realidad son interrogantes elementales que deben adentrarnos en este análisis de la fotografía. Viviendo en una cultura icónica como la nuestra, interiorizar un código crítico de interpretación de imágenes puede ser tan necesario como aprender a hacer una lectura comprensiva de los textos. Y quizás no hemos reparado todavía en el enorme poder de todas estas imágenes que nos rodean, en la influencia de los que están detrás de las cámaras.

Fuente: Boulesis