Juan Antonio Mazo Garcia
JOSÉ LUIS URRACA/SANTANDER
Juan Antonio Mazo García nació en 1925 y estudió en el Colegio Salesiano María Auxiliadora de Santander, donde le animaron a dedicarse a la fotografía. Sus primeros trabajos fueron para este colegio y poco a poco se fue dedicando profesionalmente a la fotografía y extendiendo su radio de acción a toda la ciudad, y en diversas ocasiones a otros lugares de la provincia. Pero toda su vida permanecería muy ligado a los 'Salesianos' (enfrente de cuyo colegio residía) hasta el punto de que puede realizarse, sólo en imágenes, todo un recorrido por la historia en de este centro a lo largo de tres décadas.
Se convirtió en uno de los conocidos como 'leikeros', llamados así en función de la cámara que utilizaban, siendo uno de los primeros fotógrafos que empezó a realizar su trabajo saliendo a la calle en lugar de realizar su labor en un estudio. De hecho nunca lo tuvo, tan sólo disponía de un pequeño laboratorio de revelado en su propia casa, y en su carné rezaba 'fotógrafo sin galería'.
Casado con Felisa Jimeno Oña, tuvo cinco hijos, y el sustentar toda una familia de la fotografía (vivía de lo que ganaba con las fotos) sumado a la dureza de aquellos tiempos, no resultó nada fácil, por lo menos hasta los años 70. Mazo hacía su trabajo bien por encargo, tanto de privados como de instituciones o autoridades, bien por iniciativa propia. Realizaba fotografías de actividades y acontecimientos que consideraba de interés y, a veces, se las ofrecía a los periódicos para su publicación. De hecho nunca fue fotógrafo de plantilla de ninguno de ellos, a pesar de que el periodismo era para él una auténtica pasión, pero en ocasiones sí logró hacer sustituciones tanto en EL DIARIO MONTAÑÉS (en el lugar de Araúna) como en Alerta.
Diariamente, el fotógrafo de a pie que era Mazo, realizaba una ruta por los diversos restaurantes de Santander que era un auténtico 'encaje de bolillos', pues le debía dar tiempo a todo, tanto al mediodía como por la noche. Entonces entre la población era raro el poseer cámaras de fotos, como ocurre en la actualidad, incorporadas incluso en los teléfonos móviles. Así se recorría los restaurantes del Barrio Pesquero, el Riojano, el Molino, Miralpuerto , ofreciéndose para retratar a los comensales.
Guardar para la memoria momentos importantes en la vida de una familia de la época, como bautizos, comuniones y bodas fue otra constante en la obra de Mazo. Por las mañanas, en las bodas no sólo fotografiaba a los novios, sino también a los invitados a la ceremonia y luego, ya por la tarde, les vendía las imágenes en el convite, donde continuaba fotografiando. En el ínterin rápidamente había ido a su casa para revelar los negativos y en dicha tarea colaborado aplicadamente toda su familia, hasta el punto de que su hijo Juan Antonio 'Cacho' recuerda como en su casa, casi aprendieron antes a revelar fotos que a saber escribir.
La Sala Sur, dedicada al arte y las exposiciones, dirigida por su amigo Manolo Arce y El Riojano, bodega con cuyo propietario también guardaba amistad, son igualmente ámbitos recurrentes en su obra. Sería precisamente Manolo Arce quien le introdujo en el entramado cultural de la época, encargándole diversos trabajos
.Sufrió fases maniacas y depresivas, y cada cierto tiempo estuvo ingresado por ello, lo cual explica algunas lagunas temporales dentro del archivo.
Mazo, fallecido el 3 de agosto de 1999, acostumbraba a contarles a sus hijos que las cosas grandes las hace cualquiera, que lo difícil es hacer lo cotidiano, el día a día. Y ese día a día del Santander y la Cantabria que él vivió, el de los tiempos de la dictadura franquista, es el que ha legado a través de su obra, que ahora empezamos a redescubrir y estudiar.
Fuente: El Diario Montañez
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