“Establece escenarios ritualizados para alcanzar una mirada trascendente”. Foto: Alfredo de Stefano

La obra fotográfica de Alfredo de Stefano es el pretexto para una entrevista con Alberto Ruy Sánchez, novelista, ensayista y editor. El escritor nos habla en torno a la imposibilidad de referirse a una estética del desierto.

Mexico.- “Ni en las artes plásticas ni en la narrativa, ni en casi nada que tenga que ver con la creatividad, tengo todas las piezas del rompecabezas nacional como para describir el carácter nacional de lo que más me parece una efervescencia creativa que una característica sociológica tan sólo determinada por un territorio”.

Yendo a la raíz de la cuestión, Ruy Sánchez añade: “No creo que se pueda hablar de una estética mexicana del desierto. Creo que el que la describa se inventa ese pasaporte. Para empezar ni el desierto es nacional ni regional. El desierto de Sonora, por ejemplo, incluye al desierto en los territorios de Baja California, Sonora y Arizona por lo menos”.

“Geográficamente”, apunta el autor de Los nombres del aire, “todo eso se llama desierto de Sonora. El desierto del Sahara igualmente incluye territorios de muchos y muy variados países. Si el desierto no se restringe a una nacionalidad por qué el arte hecho sobre el desierto, o más bien con el desierto, tendría que llevar pasaporte. Pero admitamos la duda y adjudiquémoslo a mi ignorancia”.

El director de la revista Artes de México nos explica, al referirse a la fotografía de Alfredo de Stefano: “Descubrí sus fotografías en una exposición fuera de México, donde se exhibía arte internacional, y mucho antes de saber de dónde y quién era el fotógrafo llamó mi atención por ser verdaderamente de alta calidad creativa. Yo no sabía si era musulmán, negro, homosexual, judío o mexicano. Ni siquiera si era hombre o mujer o un colectivo. Y cuando me gustó su obra nada de eso me parecía importante. Era una obra sobresaliente y muy diferente a todo lo que hacían todos los demás de todas las otras nacionalidades, partidos políticos o barrios cosmopolitas. La suya no es siquiera una fotografía que esté de moda. Nadie hace lo mismo. Creo que la fuerza estética de cada una de sus imágenes es excepcional”. Así enfoca nuestro entrevistado la visión del fotógrafo que desde ayer expone en Galería GE.

“El talento creativo está en él. La técnica nunca crea estética. Es un medio y el creador es quien usa la técnica y realiza la estética, la obra. Un gran fotógrafo es alguien que mira de otra manera. Y Alfredo de Stefano es un gran fotógrafo. Si los mexicanos aprenden o no a estar orgullosos de él o no descubren su excepcional calidad es otro asunto”.

Para Alberto Ruy Sánchez, sería limitado hablar de una instalación en relación con la obra de Alfredo de Stefano.

“Establece escenarios ritualizados con objetos o sin ellos para alcanzar una mirada trascendente; para ver más allá y más a fondo”.

Breve crónica de la luz es más que una exposición. Es también un libro editado por Artes de México. Ruy Sánchez nos comenta:

“Es una obra editorial con la fotografía de Alfredo de Stefano como eje. En su concepción se incluye un texto de un escritor que vive el desierto de otra manera ritualizada para encontrar el punto de confluencia de ambos creadores.

“Quien lea el texto y vea las fotos se dará cuenta. Y esta confluencia de creadores es más interesante que el texto de un curador hablando de su obra o un crítico de arte.

“Este libro es una obra de arte editorial en todos los sentidos, en forma y en fondo. No es un estudio sobre algo creativo, es algo creativo. Forma parte de una colección que en la editorial Artes de México llamamos Libros de la espiral y que incluye libros de realización artesanal editorial de punta y de máxima calidad en forma y contenido.

“Libros inteligentes y bellos, brillantes y no brillosos, que conjugan experiencias artísticas excepcionales en la imagen y en la palabra; maneras de estar en el mundo de manera creativa y que tratan de sumar al placer de contemplar el placer de comprender. Se editan siempre un mínimo de seis mil ejemplares y se distribuyen por diferentes medios, lentamente, como producto cultural extraordinario, no masivo, pero de forma segura y siempre constante”.

Gabriel Contreras

Fuente: Milenio-Monterrey