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CITA mes de Diciembre 2008

La reproduccion de la obra de arte no solo esta condicionada por la manera de ver del fotografo, sino tambien por la del que mira la fotografia.

Gisele Freung (La fotografia como Documento Social)

miércoles, 7 de noviembre de 2007

“Puedo expresar el mundo en forma abstracta”

Por Jorge Cortés Ancona
Entrevista a la fotógrafa Barbara McClatchie
Barbara Mac Clatchie Andrews, fotógrafa canadiense avecindada en Mérida desde hace dos años, expondrá la muestra denominada “Paisajes inesperados” en una de las elegantes casas restauradas del centro. La exposición se llevará a cabo el viernes 9 de noviembre, a las 20:00 horas, en la calle 72 No. 527, entre 65 y 67, en el barrio de Santiago. Posteriormente la muestra se trasladará a la Galería Henry Ponce ubicada en la Calle 21 No.111 x 22 y 24, de la Colonia México, donde permanecerá durante tres meses.
Barbara ha laborado como foto-periodista y en los últimos 15 años realizó investigaciones en más de 50 países. Muchos de estos trabajos fueron publicados en la revista The World & I, del Washington Times. Ha expuesto en Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Australia y Guatemala. En Mérida ha abierto la Galería “In La’kech”, en la que se da oportunidad de exponer a artistas residentes en Yucatán. Conversamos con ella recientemente acerca de los motivos y las características de esta exposición.
– ¿Cuáles son los orígenes de “Paisajes inesperados”?
–Yo crecí en una familia dedicada a la ciencia. Desde temprana edad, en la medida en que escuchaba a mi padre, mi madre y mi hermana, fui entendiendo que el universo es infinito. Esta idea me ayudó a sobrellevar la angustia que los estudios del existencialismo del siglo XX me provocaban, cuando iba a la universidad a estudiar Literatura. Sabía que tendría que haber algo más ahí afuera, algo lleno de esperanza, algo que nos sostuviera. Pero esa idea no encarnó sino hasta que vine a Mérida hace dos años, y que ha sido alcanzado al concebir y realizar el proyecto fotográfico que culmina esta semana con esta exposición.
“Paisajes inesperados” es una serie de imágenes abstractas que a primera vista podría reducirse a una colección más de tomas en close-up de detalles arquitectónicos –puertas y muros- o de los carros abandonados de Mérida.
Pero eso no es lo que son, ni técnica ni filosóficamente. Por el contrario, se trata de poemas visuales, testimonios de mí misma, un darme cuenta de que en cuanto me aproximo a un objeto –ya sea una pared o un carro o una duna de arena–, en vez de disminuir o desaparecer, éste crece y al hacer eso sobreviene una transformación, se convierte en algo distinto. De ahí que crezca en mí la sensación pensada de que hay mundos dentro de los mundos.
– Todas las imágenes parecen realmente paisajes, ¿cuál es la fuente de tus imágenes?
–Soy la reina de la basura, es mi fuente. Me gusta la oxidación de los viejos coches, la belleza de lo que es viejo y se cae a pedazos. A veces intervengo en la composición antes de sacar la foto. En ocasiones voy a una herrería donde compongo la disposición de los objetos y cambio los contrastes, hago rayones. Los rasgados que aparecen en las imágenes sugieren la perfección, subrayan la belleza. Busco el accidente a propósito en la imagen, como hacen los japoneses y tailandeses con sus tejidos, como queriendo decir: no somos dioses, sino que cometemos errores.
En mis búsquedas reconozco algo que me había afectado. Se trata del “Síndrome école (que en italiano quiere decir “ahí está”)”, que me permite hacer un poema visual. Porque como en un poema uno reconoce la palabra exacta, sólo que aquí como acto visual. Y descubro los microcosmos, los mundos dentro de mundos. Hay mundos bellos dentro de otros. Los que trabajan en la ciencia lo saben
– ¿Cómo llevas a cabo el proceso para realizar estas imágenes abstractas?
– El proceso es tangible y se puede ver de entrada en las imágenes. Cada imagen viene de adentro y no de afuera. Cuando vemos algo que nos responde, se reconoce la fuerza en una composición. Mis fotografías son un todo, porque cuando las estaba construyendo, yo sabía exactamente lo que estaba adentro, aun cuando, como dije antes, haya a veces una intervención previa en la disposición de los elementos para darles fuerza a las imágenes.
La exposición comprende 26 imágenes, de gran formato, puesto que la mayoría mide 60 x 90 cm. Aunque son digitales, provienen de tomas directas, lo que es decir que no recurrí al photoshop para lograr los resultados que buscaba obtener. No uso photoshop porque creo que ese recurso mata la espontaneidad de la que depende una buena imagen. Mientras más lo uses, la imagen pierde su profundidad de campo. Además, se nota si uno ha trabajado mucho con recursos técnicos, que son más bien para usarse en la fotografía comercial. Emplearlos es como usar filtros en la fotografía tradicional para hacer varios cambios buscando refinar lo captado. Pero así como el maquillaje no puede cambiar los huesos de una mujer, esconder algo con filtros tampoco logra engañarnos.
Busco el movimiento hacia el espacio y con un gran angular de 17 mm. que amplifica los primeros, segundos y terceros planos, logro cierta profundidad de campo. Mientras más me acerco a algo, más se abre.
– ¿Hay puntos de contacto de esta exposición con las anteriores exposiciones que has realizado en Mérida?
– En parte, sí. Mi primera muestra individual, titulada “Microcosmos, Hacia una visión lúcida”, en la Galería Photopro subrayaba este descubrimiento de los mundos dentro de otros mundos, como también ocurrió en la segunda exposición realizada en la Galería Henry Ponce en la Colonia México. En esta mi tercera exposición, la obra continúa en la misma vena, pero con una sutil diferencia. Mientras que la obra expuesta en las dos primeras está claramente relacionada con su discernible fuente de inspiración, la cual es externa, el trabajo de hoy halla su inspiración en el interior de mí misma, y las imágenes resultantes son más “económicas”, más “taquigráficas”, por decirlo así. Las imágenes de esta exposición son poemas visuales, si se quiere, en tanto que las anteriores eran ensayos.
– Los títulos de muchas de estas fotos dicen en palabras lo mismo que se está viendo. ¿Por qué ponerle títulos a estas imágenes que parecen tan obvias?
– Porque se tienen que poner. Los títulos pueden ayudar a que las imágenes sobrevivan. Aunque a veces se ponen títulos absolutamente exagerados. Esto de los títulos puede ser muy artificial, pero ayudan al espectador como una guía. En realidad, en mis fotografías hay más cosas de lo que dicen los títulos.
– ¿Prefieres el color al blanco y negro?
– Hay un esnobismo que hace preferir el blanco y negro por sí mismo, que exagera su valor. Por supuesto que hay belleza en las fotos en blanco y negro pero quienes dicen que es superior a la foto en color no tienen la menor idea de por qué lo dicen. En Guatemala, muchos fotógrafos extranjeros solían sacar fotos en blanco y negro para sugerir el tiempo pasado, pero no tomaban en cuenta que los colores son parte integrante de la vida de los mayas. No siempre hay razón para preferir el blanco y negro cuando el mundo está lleno de color. Yo adoro los colores, me hacen muy feliz.
– ¿Piensas seguir escribiendo además de la fotografía?
– Desde el 2005 al llegar a Mérida busqué acercarme a la vida y al movimiento de la gente de una manera más directa. No quiero volver a escribir porque es muy fácil decir mentiras. Prefiero continuar con mis fotografías, que sugieren mundos, planetas que salen de adentro. Es infinito el mundo. Hoy me da alivio saber que hay cosas bellas y que por ello me acerco a las cosas. Que puedo expresar el mundo en forma abstracta.
Fuente: Por Esto


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