Madoz, ante una obra para el Festival de Sajazarra. / E. DEL RÍO

«Recuerdo una anécdota de mi infancia El primer día de clase llegué tarde. Todos los demás niños estaban ya sentados alrededor de una mesa grande en la cocina, y no había espacio para mí. La profesora me dijo: No te preocupes, ahora mismo te preparamos un sitio. Y abrió la puerta del horno para que me sirviera de pupitre. Me senté en mi banqueta, con el cuaderno sobre la puerta abierta, mirando al interior negro del horno». Chema Madoz (Madrid, 1958, Premio Nacional de Fotografía 2000) cuece sus ideas siempre desde un punto de vista diferente y con un talante abierto. El maestro Henri Cartier Bresson buscaba 'el instante preciso', Madoz, un 'precioso distinto'.

- Sus primeras exposiciones fueron en 1985, una de ellas en Logroño, en Cámara Oscura. ¿Lo recuerda?
- Claro que lo recuerdo. Yo estaba empezando y aún no vivía de la fotografía. Dedicarte a ello cambia mucho las cosas.

- ¿Hasta qué punto ha cambiado también la atención que la sociedad presta a la fotografía?
- Ha habido un cambio muy significativo. A mediados de los ochenta el interés era muy limitado y centrado en pequeños grupos, pero a principios de los noventa eso empezó a cambiar y actualmente la proyección social de la fotografía recupera ese estatus que debería haber tenido con anterioridad y que aquí, en España, nos ha costado un poquito más. Pero ahora nadie discute si la fotografía es arte o no. Es una manifestación más, una forma de entronque con la reflexión y el pensamiento.

- En su caso, decir fotógrafo no es del todo justo, porque en su trabajo hay también escultura, poesía visual ¿Cree que artista, a secas, estaría mejor?
- Fotógrafo es una etiqueta, sin más. Pero me es cómoda porque en definitiva lo que hago y lo que presento son fotografías. Claro que hay un discurso más amplio detrás que recoge muchas influencias.

- ¿Brossa fue la mayor?
- Tuvimos una relación tardía y de amistad. Me hubiera gustado conocerle antes, pero pudimos colaborar en un proyecto común cuando él estaba cosechando el reconocimiento que le había faltado a lo largo de su vida.

- A usted no le falta el éxito, tan impostor como el fracaso. ¿Cuánto afecta eso al artista?

- Es algo que te cae. Hay obras anteriores que pueden estar al nivel de la mía, pero que entonces no disfrutaban de este reconocimiento. Creo que es algo de lo que no hay que preocuparse excesivamente. Evidentemente todos deseamos que nuestro trabajo tenga trascendencia y una cierta complicidad con el público. Pero, en definitiva, el trabajo surge como una necesidad para cubrir tus propias expectativas.

- Estamos saturados de imágenes. ¿Eso las banaliza?

- No creo que haya saturación. Estamos en un momento de la historia que toda la comunicación se hace a través de las imágenes Es el lenguaje actual por excelencia y refleja un momento muy concreto. Es cierto que hoy todo el mundo tiene una cámara y hace fotos, pero yo creo que eso sólo enriquece las posibilidades. El tiempo es el que va cribando y dejando los discursos más o menos interesantes.

- No es muy categórico

- No mucho.

- La modernidad y la tecnología nos aportan infinidad de herramientas, pero ¿y las ideas ?

- Lo que hay, sin más, es un pequeño deslumbramiento por las posibilidades que ofrece una tecnología novedosa. Sí, hay muchas imágenes banales y absurdas que se recrean en esas posibilidades técnicas echando en falta un discurso más serio y reflexivo sobre lo que se está contando. Pero bueno

- No es el caso de su obra, donde lo esencial son precisamente las ideas y el modo en que las expresa mediantea analogías, metáforas, metonimias visuales, paradojas ¿Sus fotos funcionan tan bien porque somos seres paradójicos?

- En cierta medida sí. Esa paradoja convive en nuestro interior. El trabajo refleja una forma de ver y entender. No soy nada categórico, no. Tengo dudas, tengo infinidad de dudas y eso se refleja en el trabajo. El trabajo lo que hace es reivindicar esa posibilidad de reinterpretar a partir de unos mínimos elementos.

- Como artista de su tiempo, ¿no siente la tentación de hacer más crítica social?

- Mis imágenes responden a un impulso más intimista, pero depende de cómo se interpreten. Y sí hay que algunos casos: por ejemplo, una bandera hecha con una alambrada es algo que tiene mucho que ver con lo está pasando en nuestro mundo.

Fuente: La Rioja.com