La ironía contra el desamparo

Marcos López tiene una relación cercana con Venezuela, a la que ha retratado en algunos de sus trabajos (Oswer Diaz Mirelles)

El fotógrafo argentino Marcos López devela los crudos sentimientos

YASMÍN MONSALVE
ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL
São Paulo, Brasil.- La fotografía latinoamericana tiene en Marcos López a uno de sus creadores más destacados. Este argentino, de Santa Fé, que comenzó su carrera en 1978 y que admite la significación que tuvo el reconocimiento de su obra en Venezuela, para abrir otras puertas internacionalmente, confiesa ser "extremadamente sensible ante los problemas del mundo" y sentirse "esperanzado" con los gobiernos de Evo Morales y Hugo Chávez.

-¿Qué representa Venezuela para Marcos López?
-La primera vez que mi trabajo "Pop Latino" es aceptado, fue cuando ganó el Premio "Josune Dorronsoro", del Museo de Bellas Artes (MBA), en el año 1997. El hecho de haber ganado ese premio me incentivó a seguir con el trabajo, era un jurado muy prestigioso y representaba una consolidación de mi obra. Posteriormente, fui varias veces a Caracas. Estuve exponiendo en la Feria Iberoamericana de Arte FIA como artista invitado extranjero. Fui a dar clases a la escuela de Nelson Garrido, ONG y me interesa mucho la cultura popular de Venezuela. La cuestión con el sincretismo religioso, la historia de María Lionza, de las Tres Potencias, me gustaron como temas para mis fotos. Mi relación con Venezuela es muy cercana, me interesa su folclore popular y lo tomó como referencia. Actualmente, hice unas fotos de la Corte Malandra, que son unos santos populares.
-¿Qué presencia tiene su obra en las colecciones venezolanas?
-En el MBA está la obra con la que gané el premio. Creo que en Caracas hay algunos coleccionistas importantes de fotografía que tienen mi obra. La galería que me representa -Fernando Pradilla-, siempre expone en la FIA y mis fotos han tenido éxito entre los coleccionistas.
-Hace pocos momentos hablaste a los asistentes del Foro y la gente se reía de tus comentarios¿
- Me gusta que se rían, porque la risa es un indicador de que la gente percibe el código en el que me estoy comunicando. Me tranquiliza y me parece que están entendiendo lo que digo.
-Sin embargo, su obra no provoca risa?
-Uso la ironía como un recurso para hablar de una problemática socio-económica, como una reflexión política del mundo actual y, en especial, de América Latina. Es como una película de Almodóvar que por momentos nos hace reír y nos deja desprotegidos para una emoción mucho más cruda. Finalmente, lo que me interesa es ir a fondo en sentimientos crudos. Utilizo cierto humor y cierta liviandad, pero como un recurso para opinar sobre temas más crudos como el amor y la soledad del hombre. La ironía es un grito desesperado de angustia, es un escudo para esconder el desamparo del corazón. Hay más tristeza que ironía es mis obras actuales, pienso que estoy creciendo un poco, ya voy a cumplir 50 años.
-¿Se puede decir que su obra, en ese sentido, es tragicómica?
-Sí. Tengo una foto de un hombre al que le clavan un cuchillo en el corazón, que parece cómico, pero tiene una mirada absolutamente trágica. Me interesa como género. Cada vez estoy dejando más de lado el humor. Inclusive en el color, cada vez estoy trabajando con colores menos saturados y estridentes. Me cansé del color.
-El concepto (Sutil Violento) que une a los artistas de este foro también es contradictorio?
-Me gusta esa comparación. Hay cosas sutilmente violentas. Puede ser lo opuesto, lo sutil, lo violento. Hay muchas formas de violencia: económica, cotidiana, en el desamor, la discriminación. Me parece una buena muestra, con buenos artistas y con una muy buena idea curatorial.

Fuente: El Universal