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CITA mes de Diciembre 2008

La reproduccion de la obra de arte no solo esta condicionada por la manera de ver del fotografo, sino tambien por la del que mira la fotografia.

Gisele Freung (La fotografia como Documento Social)

lunes, 1 de septiembre de 2008

Grass dibuja en 'Die Box' una autobiografía mágica

El Nobel alemán utiliza una cámara que fotografía lo que no se ve para retomar las historias de 'Pelando la cebolla'

Rodrigo Zuleta

El Premio Nobel de Literatura Günter Grass se ha dedicado en su nuevo libro, Die Box (La caja), a contar, ante todo, historias de familia y, de paso, ha tenido una especie de encuentro a deshoras con el argentino Julio Cortázar, con quien coincide en su visión de la fotografía. La tentación de ver en Die Box una continuación de Pelando la cebolla -un libro que generó un escándalo por la revelación de que Grass había sido miembro de las SS- es evidente, al igual que la de ver la obra como una autobiografía.

El personaje central es un escritor cuyas obras tienen los mismos nombres que las obras de Grass. Sus hijos, que son los que van contando la historia, tienen otros nombres distintos a los reales, pero coinciden en el número y en la profesiones.

Sin embargo, hay un elemento fantástico que desbarata la idea de que la obra es una mera autobiografía: una cámara fotográfica -la box- que, como lo explica un personaje, ve cosas que no están ahí, cosas que ocurrieron antes o que ocurrirán más tarde o cosas que desean los personajes fotografiados.

A muchos lectores probablemente les resulte inevitable pensar en dos cuentos de Cortázar: El apocalipsis de Solentiname y, sobre todo, Las babas del diablo, texto del que partió el italiano Michelangelo Antonioni para rodar su película Blow up. En ambos relatos, la cámara de un fotógrafo descubre verdades horribles que no se ven con la mirada natural.

El libro está dedicado a la fotógrafa Maria Rama -muerta en 1977-, presunta propietaria de la cámara mágica y la encargada de dar la explicación de las particularidades del aparato: la cámara se volvió loca durante la guerra al ser la única superviviente de un taller de fotografía después de un bombardeo. Maria Rama colaboró durante muchos años con Grass y en el libro se le atribuye, incluso, el haber tomado fotos de la Edad de Piedra y de la Edad Media para que el escritor pudiese ambientar mejor episodios de su novela El rodaballo.

Una posible lectura del libro -que habría que calificar con novela autobiográfica o, mejor, como autobiografía fantástica- podría concentrarse en las historias de los dos matrimonios de Grass y de algún otro amorío, y en la forma como vieron todo ello sus ocho hijos.

Algunos medios, como el diario Die Welt o la revista Der Spiegel, han mostrado cierta decepción porque, a diferencia de lo que ocurría con Pelando la cebolla, en esta ocasión todo haya quedado en un plano doméstico y no haya escándalos que explotar. Sin duda el libro es una historia de familia, pero no es solamente eso, es además una reflexión estética.

Uno de los hijos subraya que el padre tiende, en su obra narrativa, a mezclar las épocas, como lo hace la cámara mágica, y a ver más allá de lo que todos ven, lo que hace que no sepa nunca lo que es verdad y lo que no lo es. A veces, al mismo Günter Grass eso le parece demasiado, como cuando unas fotos de sus dos hijos mayores, durante unas vacaciones en el norte de Francia, terminan mostrándolos vestidos de soldados, soportando el asedio aliado tras el desembarco en Normandía.

Fuente: Diario de Sevilla


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