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CITA mes de Diciembre 2008

La reproduccion de la obra de arte no solo esta condicionada por la manera de ver del fotografo, sino tambien por la del que mira la fotografia.

Gisele Freung (La fotografia como Documento Social)

miércoles, 9 de julio de 2008

La ciudad de la espera

Islas de tiempo muerto en imágenes de una rara y conmovedora belleza.

Es siempre una ilusión la ingenua creencia en lo que las fotografías muestran. Ellas sólo se muestran a sí mismas. Es el ojo, como víscera sensible del fotógrafo, su mirada impúdica y su vocación de pornógrafo lo que la foto nos hace ver. Contradiciendo toda lógica, hay ocasiones en que el dedo que señala es también la cosa señalada.

Una cámara en manos de un artista es un arma mortífera que desnuda lo que tus ojos se niegan a ver. Un dispositivo poderoso que te enfrenta a lo que empecinadamente resistís. Te fuerza. Te obliga. Te escupe con luces y sombras sobre la impostura cotidiana.

Se fotografía una idea, un concepto intangible y errático al que las palabras raramente pueden nombrar. El resto es basura. Estúpidos clicks que reproducen las mentiras en las que tozudamente creemos creer. Fotos testigo, policiales, delatoras. Espejos hipócritas que reflejan lo que nunca existió.

Sólo la sensibilidad exasperada de un fotógrafo detrás de esa "cámara lúcida" produce algo digno de ser visto. Un estremecimiento de luz, un raro temblor, un loco pez eléctrico que súbitamente despierta en el interior de tu cabeza.

Las obras de “La ciudad de la espera” dejan ver lo que no muestran. Aquello que, más allá del campo que el artista recorta, incide en él como la sombra ciega de un fantasma, lo transforma y lo dota de significado. Un pequeño orificio, una picadura que hiere mientras revela lo que estaba oculto. El “punctum” que el entrañable Roland Barthes definió como ese gesto que la mirada normal no logra inmovilizar extrayéndolo del perpetuo flujo del tiempo para hacerlo visible. Por eso en esta muestra se exhibe una idea. Por eso esta idea es profunda e inteligente. Porque, aunque sus autores lo ignoren, están describiendo -tal como el antropólogo Marc Augé lo hizo con sus "no lugares"- una nueva categoría, la del “no momento”. Un tiempo fuera del tiempo. Ese instante imposible que huye de los relojes. Aquello donde todo se detiene y las personas flotan ingrávidas a merced de sí mismas. Islas de tiempo muerto, eso es lo que éstas fotos capturan. La imperceptible fugacidad en que las máscaras se disuelven y alguien comprende -como atravesado por un rayo- la naturaleza absurda de las cosas. Habitan en éstas imágenes los múltiples rostros de la soledad radical. Circulan en ellas las historias afásicas que nadie se anima a contar. Pequeños simulacros -en los instersticios del tiempo- que anticipan la muerte. Imágenes hembra preñadas de silencio y de seres desangelados que miran de frente lo que es imposible ver.

Esperar es salirse del tiempo. Es correrse unos pasos del vértigo de la existencia y abandonarse al silencio aterrador de la verdad. Todos huimos de la espera porque ella nos confirma que no vamos hacia ninguna parte. Porque cuando estamos quietos y absortos percibimos el curso de los acontecimientos en su auténtica y brutal dimensión. Un trayecto furioso que nunca tuvo más destino que su propia desaparición. Estas fotos son juicios morales, veredictos salvajes como Susan Sontag alguna vez nos ayudó a ver.

Ahora que es fácil dudar del tiempo y del espacio. Ahora, después de Einstein y de Gödel, todos sabemos que esas dimensiones no están en el mundo tal como las imaginábamos. Todavía, sin embargo, nos estremecemos cada vez que un maldito fotógrafo nos obliga a ver que vamos a la deriva en un territorio que no comprendemos y hacia un destino que no queremos comprender. Haga la prueba, saque la lengua atrapada en sus ojos y déjela lamer la superficie de estas fotos.

Daniel Flichtentrei

Fuente: IntraMed


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