TESTIGO-Fotografiando la maldad en barrios pobres de Sudáfrica
Por Siphiwe Sibeko
JOHANNESBURGO (Reuters) - Caí en cuenta de cuán serios eran los ataques cuando vi una fotografía de un hombre en llamas en un barrio pobre del este de Johannesburgo.
Al haber trabajado como fotógrafo en Sudáfrica por más de 10 años, no era extraño a la violencia: ya había visto a personas enojadas entonando cánticos, bloqueando caminos y destruyendo propiedades.
Pero quemar vivo a un hombre era un acto malvado y bárbaro, y un flashback al período de la peor violencia bajo el apartheid, cuando opositores a la minoría gobernante blanca eran asesinados a balazos y torturados por la policía y a los informantes se les ponía como un collar una llanta en llamas.
Esa fotografía del hombre ardiendo no era mía, pero en los días siguientes me encontré cara a cara con esta nueva brutalidad, a medida que los ataques contra inmigrantes se extendían por Johannesburgo y a otras ciudades.
En otro asentamiento informal hallé a un hombre salvajemente golpeado, quien había escapado por poco de ser quemado vivo. Yacía a unos pasos de un montón de papel y plástico quemado.
Residentes del lugar dijeron que una turba intentó quemarlo pero los atacantes huyeron cuando se acercaron los locales.
En los episodios de la peor violencia desde el fin del apartheid 14 años atrás, furiosas personas acuchillaron, aporrearon con garrotes y quemaron a inmigrantes de otras partes de Africa, acusándolos de quitarles trabajo y aumentar el alto nivel del crimen en el país.
Al menos 50 inmigrantes africanos murieron y hasta 100.000 personas debieron abandonar sus hogares. Miles retornaron a sus tierras en Mozambique y Zimbabue.
Los disturbios comenzaron el 11 de mayo en el municipio de Alexandra, en Johannesburgo, frente a la ciudad de Soweto en la que nací, antes de extenderse a otros barrios pobres y distritos de la capital industrial y financiera.
Luego, los ataques estallaron en Ciudad del Cabo y en Durban, una ciudad portuaria en el este del país.
El estallido de la mortífera violencia significó un golpe a la imagen internacional del país que se llama a sí mismo la "Nación del arco iris" y generó dudas en los inversionistas que se preguntan cuán estable es la mayor economía de Africa.
Me sorprendió y me decepcionó.
PELIGRO
El 18 de mayo, recibí una llamada de un colega que me dijo que los extranjeros estaban siendo perseguidos y golpeados en el centro de Johannesburgo.
Esto sucedió apenas un día después de que regresé de un viaje a Malaui, donde los habitantes se muestran humildes, afectuosos y felices al recibir a un visitante de otro país.
Tomé mis cámaras y fui al centro.
Cuando llegué, me sorprendió la cantidad de policías en el lugar, buscando y arrestando sospechosos.
Pensé que el problema pasaría, pero estaba equivocado.
Más tarde ese día, después de que había enviado mis fotografías, me horroricé al ver imágenes de otras áreas, incluida la del hombre en llamas.
Decidí ir a Reiger Park, un asentamiento informal al este de Johannesburgo, el lugar donde fue quemado vivo el hombre.
Cuando llegué, vi cientos de hombres jóvenes con palos, cuchillos, pangas (machetes) y lanzas, gritando enojados que querían a todos los extranjeros fuera de Sudáfrica.
Encontré al hombre herido que casi había sido quemado frente a un rancho.
Continué tomando fotografías pero algunas personas de la turba nos dijeron que no querían a los medios en el lugar. Esto sucede la mayor parte del tiempo cuando se intenta sacar fotos en situaciones tensas en Sudáfrica. Pero esta vez parecía grave.
Llegaron hasta nosotros, amenazándonos y agitando sus armas. Podíamos ver la furia en sus ojos.
Dejamos de tomar fotografías y sólo volvimos cuando pensamos que era seguro, en ocasiones junto a la policía.
Pero era una situación difícil. La turba agredió con piedras a los fotógrafos y la policía ocasionalmente disparó para dispersar a la multitud.
Había cubierto violencia antes pero esto lucía peor. Me sentía decepcionado de que mis compatriotas atacaran a hermanos y hermanas de países que nos ayudaron durante el apartheid.
El Gobierno de Sudáfrica ha sido criticado por su lenta reacción contra la violencia y por no encarar el tema de la pobreza, a la que todos culpan por el derramamiento de sangre.
El domingo pasado, el presidente Thabo Mbeki calificó a la ola de ataques como una "vergüenza," y dijo que el Gobierno actuaría con firmeza para frenar la violencia.
(Editado en español por Patricia Avila)
Fuente: Reuters
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