Suicide girls: pin-ups del siglo XXI
En siete años, la web Suicide Girls se ha convertido en un referente ineludible de la nueva fotografía erótica, gracias a su inabarcable colección de jovencitas desnudas llenas de piercings y tatuajes
Entre los millones de páginas web eróticas que flotan en el ciberespacio como botellas en alcantarillas, hay pocas que hayan alcanzado la categoría “de culto”. Suicide Girls es una de ellas. De hecho, puede ser considerada sin miedo un clásico moderno, de estilo y estética genuinamente contemporáneos, que nació en 2001 y, con más de seis millones de socios, ya se ha convertido en una leyenda para los amantes de la belleza gothic, emo o indie-punk.
¿El secreto de su éxito? Desnudar y fotografiar puñados de jóvenes modelos amateur repletas de tatuajes y piercings: algo así como el reverso tenebroso, perverso y riot grrrrl de las vecinitas de FHM: en lugar de "chicas de la puerta de al lado", Suicide Girls desnuda jóvenes alternativas como las que pululan por los after hours o los festivales de música electrónica de todo el mundo.
Pero esta comparación se queda algo corta, porque, a su extraña manera, Suicide Girls es mucho más: un icono tan representativo de la América del sigo XXI como lo fue Playboy en los años 60 y 70. O, en boca de Woody Allen, "el Playboy para la gente que odia a sus padres".
Las raras se desnudan mejor
El sitio Suicide Girls fue creado por Sean Suicide (Sean Shul) y Missy Suicide (Selena Mooney), que tomaron prestado el nombre de la novela Superviviente, de Chuck Palahnuik. La idea era despelotar y retratar chicas “raras”, inadaptadas que no encajaban en ninguna tribu urbana, y también entrevistar a los ídolos de estas auténticas outsiders (estrellas como Marilyn Manson, escritores como Irving Welsh, tatuadotes como Rich White, dibujantes de cómics como Joe Matt, cineastas como David Cronenberg o actrices como Asia Argento), y completarla con blogs o secciones de noticias, entre otros contenidos, para que la Suicide Girls fuera algo más que otro sitio erótico.
No en vano, los desnudos se llevan sólo el 20% del tráfico de la web y el 45% de los socios son mujeres. La mismísima Courtney Love está suscrita a Suicide Girls y hace poco se llevó a varias suicide girls para que le hicieran de comparsas en una gala en la MTV.
Además de tener una lujosa versión en papel, un espectáculo itinerante de burlesque y varios libros de lujo que recopilan las mejores fotos, Suicide Girls ha encumbrado a Missy Suicide como una de las fotógrafas más prometedoras del siglo: no en vano, ha sido incluida por Eric Kroll y Dian Hanson en la prestigiosa antología The new erotic photography (Taschen), donde la revolucionaria retratista (que, con sus gafitas de pasta negra, sus piercings y su blanquísima piel es una suicide girl en sí misma) no se muestra muy contenta con el nombre de su web. Al parecer, fue una elección precipitada.
“Suicide Girls es un nombre que se malinterpreta, que parece tener connotaciones siniestras o góticas, cuando en realidad las chicas que fotografío son inclasificables: personas extremadamente individualizadas con piercings y tatuajes. Sus cuerpos están decorados y realzados de una forma única”.
Fotógrafa del pseudofeminismo erótico
Aunque Suicide Girls fue, junto a otras webs como Raver Porn o Blue Blood, una de las que dio lugar al término altporn (porno protagonizado por chicas "alternativas") Missy Suicide no considera que lo suyo sea pornografía sino, más bien, erotismo, ya que “en el porno tradicional se trabaja desde el punto de vista del fotógrafo o del cliente, y en mis fotos no hay rastro de mi punto de vista: sólo plasmo la visión que las modelos tienen sobre su propio erotismo. Mis fotografías celebran el cuerpo y el arte de la sutileza. La pornografía no deja nada a la imaginación, yo trabajo con el recato, el coqueteo y la provocación”.
Sí, en las fotos de Missy abundan los desnudos frontales e integrales, las mulatas que riegan con cerveza sus generosas ubres de pezones agujereados por anillas y hasta las escenas de lesbianismo softcore, pero ella insiste que sus imágenes son arte femenino y casi feminista: “Quizá se me recordará por demostrar a las mujeres que deben sentirse orgullosas de sus cuerpos, que no deben tener miedo de su sexualidad. La confianza en una misma es el afrodisíaco más potente que existe. Una mujer que se siente cómoda siendo ella misma y juega con sus fantasías sexuales resulta tremendamente atractiva”.
La herencia de Bettie Page
Missy Suicide vive en Los Angeles desde hace años, pero nació y creció en una comuna de Portland (Oregón): “Estudié arte en el instituto y luego continué mis estudios de bellas artes en la pequeña universidad liberal de Vermont. Vamos, que soy la típica chica estadounidense”.
Fascinada por las pin-ups de los años 50, Missy empezó a fotografiar chicas cuando montó la web Suicide Girls: “Siempre me habían fascinado las clásicas fotografías de Bettie Page, sobre todo las tomadas por Bunny Yeager. Me encanta la forma que tiene Bettie de mirar a la cámara: sus ojos dicen que tiene el control de la situación”. Otro de los ídolos de Missy es Robert Mapplethorpe, con el que tiene en común la habilidad para convertir en retratos clásicos hasta las imágenes más obscenas.
Suicide Girls ya forma parte de nuestra cultura popular: origina argumentos de películas (como Californication) y series de televisión (como CSI: Nueva York), genera multitudinarias convenciones de fans y tiene miles de imitadores (encabezado por Gods Girls, sitio que “roba” muchas modelos a Suicide).
Pero Missy Suicide y sus socios siguen buscando sus chicas entre las más de mil solicitudes semanales que se reciben por e-mail, de entre las cuales sólo una o dos son elegidas para posar en las calientes sesiones de Missy: “La modelo perfecta es una persona confiada y divertida que se siente completamente a gusto consigo misma.
Con algunas modelos me comunico sin palabras y hago sesiones en pocos minutos. Sabemos exactamente lo que quiere la otra”. Ya lo dice el veterano fotógrafo fetichista Eric Kroll: “Existe una simetría entre Missy y sus modelos que no se da con frecuencia en el mundo de la fotografía”.
Fuente: ADN
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