La fotografía humorística es una cosa muy seria
Estado Espàñol (MADRID).- El equívoco ha construido algunas de las grandes imágenes de la historia cotidiana. Frente a una pretendida supeditación obligada de la fotografía a la verdad (¿cúantas verdades existen de un mismo hecho?), los golpes de humor han creado fotos que continúan latentes. Elliot Erwitt, uno de los fotógrafos más reconocidos de la agencia Magnum, es autor profusamente publicado en carteles de todo el mundo gracias a sus imágenes humorísticas. Sus perros-persona cuelgan de la mitad de tiendas de recuerdos de todo el mundo, en tarjetones y carteles para decorar.
Pero una cosa es fotografiar perros con cara de hombre y otra políticos sin sentido del humor, una redundancia en sí. Los segundos sentidos se han empleado ampliamente en infinidad de imágenes que retratan la vida pública, lo que ocurre es que sus protagonistas no son tan comprensivos como los canes. Todo lo que no sea un estilo políticamente correcto, se sale de lo que alguien que se gana la vida gracias a un real o supuesto servicio al Estado acepta de buen grado.
Cuando un profesional captura uno de esos momentos, los dardos se dirigen hacia él sin compasión. Ridiculizante, carente de ética, manipulador... es lo más bonito que escuchará de algunos acerca de ese trabajo. Lo que ocurre es que en la broma participa de una forma u otra toda la sociedad: los editores de los medios que deciden darle conocimiento público y los lectores que se paran a 'leer' esa foto (crítica o risueñamente).
Ha sido gracias a los partidarios de Chávez y la polémica que han montado que hemos tenido conocimiento de esa imagen que no tiene mayor relevancia que un ingenioso golpe en torno a una figura pública. Éstos han dicho que pretende compararle con Mickey Mouse, el personaje de Disney, que la agencia norteamericana (sic) se reúne a diario con la CIA para marcar la línea editorial de sus informaciones... y otras lindezas de ese estilo.
No saben quienes se ha lanzado a ese ruedo que la agencia en cuestión es británica y que su supuesta estrategia anti Chávez provoca más hilaridad que la propia foto.La fotografía recoge una amplia sonrisa del presidente de Venezuela. El plano y desenfoque del fondo hace suponer que está disparada con un teleobjetivo: el cabello negro se fusiona con los tubos para crear el efecto que tanta polémica ha suscitado. Una imagen que no deja indiferente a partidarios ni opositores, es directa y con mucha fuerza. Una foto muy seria.
Fuente: Iberarte
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