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CITA mes de Diciembre 2008

La reproduccion de la obra de arte no solo esta condicionada por la manera de ver del fotografo, sino tambien por la del que mira la fotografia.

Gisele Freung (La fotografia como Documento Social)

jueves, 13 de marzo de 2008

Exploran el territorio femenino en la exposición ‘A Flor de Piel’

Tras la lente aparece la metáfora de la piel, del cuerpo femenino que se convierte en el mapa de un territorio en el que se conjuntan el deseo, la pasión, la nostalgia y el desamor.

Por: Sylvia Georgina Estrada

Mexico.- Poema, relato, catarsis, declaración de principios, toda interpretación es válida para las imágenes que ofrecen Rocío Hernández e Ignacio Valdez en la exposición fotográfica “A Flor de Piel”, que fue inaugurada ayer en la noche.

Los dos artistas saltillenses ofrecen su visión particular de la mujer a través de 20 imágenes, que pueden ser vistas en la galería del Centro Cultural Teatro García Carrillo.

Las fotografías, que carecen de intervención digital, muestran un espectro amplio de sensaciones. Ahí están el vigor de la carne y el hermoso brío de la juventud; los espíritus sanos, voluptuosos, y también aquellos que tiemblan como pequeños dioses hogareños, ocultando heridas y cicatrices que surcan invisibles los cuerpos armoniosos y firmes.

Mapa de ausencias

La obra de Rocío Hernández gira en torno al desamor. Y a través de la serie que presenta el espectador intuye un discurso narrativo signado por el cuerpo de la mujer, un elemento recurrente en la obra de la fotógrafa.

Pero Hernández relaciona sus imágenes con la poesía. Este símil cobra vida en cada pieza, en donde ningún elemento es gratuito y tiene tras de sí un simbolismo elaborado, trabajado durante un largo proceso conceptual.

La mujer presentada carece de rostro, de identidad visible, pero a cambio ofrece la plenitud de su cuerpo, que se convierte por igual en elemento ornamental de la cocina o en Ícaro femenino, que pretende escapar de una región que sólo existe en ella misma.

Para Hernández es el alma, y no el cuerpo, la que es transgredida. La carne se convierte en un territorio del vacío, en el que la ausencia se reproduce —y se multiplica— con cortinas, salas solitarias y una cara sin rostro.

También está presente la paradoja del cuerpo que se exhibe y al que se niega el acceso: a través de una cinta amarilla que prohíbe el paso, de un corazón hecho de nopal que se alza como escudo o de múltiples papeletas en blanco que resguardan la piel.

El cuerpo entonces se convierte también en una prisión, en donde el espíritu ha cerrado las ventanas y recorre su territorio esperando encontrarlas de nueva cuenta, deseando quizá abrir alguna para hallar consuelo.

Más allá de la carne, hay una mujer que no puede encontrar estas ventanas y tal vez es mejor que las halle. Como sentenció Cavafis, acaso la luz sea un nuevo tormento y quién sabe qué cosas nuevas mostrará.

Diario de un voyeur

Ignacio Valdez muestra una serie fotográfica que se basa en la mirada furtiva del voyeur. Las protagonistas son mujeres, pero atrás de sus imágenes está la idea de la improvisación, de la casualidad, del ojo curioso que busca robar un momento de la belleza femenina.

Contrario a lo que Valdez ha expuesto en los últimos años, esta serie se aleja de la profusión de elementos que caracterizó a su primera obra.

No hay color o sangre, ni seres imposibles nacidos de la fantasía onírica o de la mitología femenina. Aunque el cuerpo de la mujer continúa ocupando el sitial de honor del universo estético del saltillense.

Además las imágenes no fueron intervenidas digitalmente y transmiten la sobriedad de la fotografía en blanco y negro, en la que se privilegian los matices y las sombras que acentúan las emociones de las mujeres que, de acuerdo al artista, habitan cualquier cuarto de vecindad.

Las camas y los pies son los elementos fetiches de este voyeur imaginario, que confronta el lente con estos elementos que aparecen en primer plano, dejando a los rostros como un paisaje borroso, que se intuye lejano.

Valdez se convierte en un Pigmalión moderno, que persigue la idea de la mujer perfecta. Pero en lugar de realizar hermosas estatuas se ha inclinado por crear a seres tal vez virtuales, que bien pudieran surgir en la pantalla de una computadora.

Y aunque en esta ocasión la intervención digital no está presente, el creador continúa buscando esos elementos que pudieran dar vida a su Galatea personal. De cualquier forma los sueños y la fantasía son parte fundamental de la propuesta visual de Ignacio Valdez.

Quise mostrar otro aspecto de mi

trabajo, en esta ocasión presento fotografías sin intervenir, en blanco y negro y también en sepia. Los elementos centrales de esta serie son el pie femenino y las camas, pero vistas desde el papel del voyeur.

“Aunque mi primera exposición fue de fotografía intervenida, yo tengo mucho tiempo tomando fotos sin intervenir, así que aquí retomo ese aspecto de mi obra”.

Ignacio Valdez

Mis fotografías son autorretratos, pero con una modelo. Las ideas de la exposición fueron bocetos que salieron poco a poco y cuando ya tuve estos bocetos en la mano pensé que tenía que sacar estas ideas para expresarme, para curarme.

“Las imágenes fueron saliendo solitas y se dieron en dos sesiones en las que estuvimos mi modelo y yo trabajando todo el día, desde la mañana hasta las 11 de la noche. Luego decidimos juntarnos Nacho y yo, porque a pesar de que ya nos conocemos de muchos años y hemos expuesto juntos en colectivas, nunca habíamos expuesto juntos y eso que tenemos cosas en común, tenemos las mismas simbologías, utilizamos el cuerpo de la mujer, pero cada quien con su visión particular”.
Rocío Hernández

Fuente: Vanguardia


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