Documenta Alquimia la complejidad y la riqueza de la fotografía mexicana
La autocrítica por la “crítica exagerada” hacia la revista Alquimia en sus primeros años y la certeza compartida de que los archivos fotográficos son “un paraíso”, marcaron la celebración del décimo aniversario de esa publicación, de la que además se presentaron sus dos números más recientes.
Dirigido por el investigador y curador José Antonio Rodríguez, este órgano del Sistema Nacional de Fototecas, perteneciente al Instituto Nacional de Antropología e Historia, fue considerado por la historiadora del arte Deborah Dorotinsky como “la revista más importante donde se difunden y piensan las historias de la fotografía en nuestro país”.
Es más, según información de la propia revista, la Historia general de la fotografía (Madrid, Cátedra, 2007) ubica a Alquimia entre las ocho mejores en su especialidad a escala mundial y como una de las principales en América Latina.
Dorotinsky dijo que, aunque desearía más páginas en dicha publicación, en 10 años ésta “ha obtenido una madurez editorial, formal y de contenidos, que refleja la profesionalización adquirida por nuestro campo de investigación y que aumenta con las nuevas generaciones de investigadores que ven con ojos críticos los nuevos materiales que van apareciendo”.
Sin embargo, luego de retomar el planteamiento de José Antonio Rodríguez de que los archivos son un paraíso, la investigadora dijo que, a veces, aquéllos “nos hacen descender a los infiernos de la catalogación, la estabilización y las terribles penurias a fin de obtener los recursos para la conservación y apertura a la consulta y la investigación”.
Lugares comunes de excepción
Pero fue el historiador Ricardo Pérez Montfort quien, durante la presentación la noche del jueves en el Museo Casa de Carranza, hizo un ejercicio de autocrítica al recordar que hace siete años, cuando Alquimia sumaba nueve números, cuestionó que, pese a sus muchos aciertos, la publicación caía en ciertos “lugares comunes” al centrarse en figuras como Tina Modotti o Romualdo García.
Pérez Montfort, quien también coincidió en lo de los archivos como paraíso, agregó que, ahora, se debía “morder la lengua”, porque los números dedicados a los “santones de la fotografía mexicana” se han convertido en dignos de colección, junto con los dedicados a fotomontajes, arquitectura, noroeste, aficionados, mujeres fotógrafas y otros.
Reconoció el trabajo de Rodríguez porque, consideró, ha logrado incluir en la revista a gran número de historiadores del arte y de la cultura, a fotógrafos, analistas y a otros especialistas nacionales y extranjeros sin recurrir a “los odiosos recursos de la exclusión o el ninguneo”.
En su turno, Rodríguez trató de ubicar las condiciones para que, hace 10 años, surgiera Alquimia, en su intención de mostrar “lo infinitamente complejo y rico” de la historia de la fotografía mexicana, y dijo que la publicación también debe verse como un “síntoma de época” y un sueño generacional.
La mesa estuvo moderada por el poeta Benito Taibo, quien consideró que no se pueden entender los siglos XIX y XX sin instituciones como la Fototeca Nacional y la revista Alquimia.
Los números presentados fueron el 31 y el 30, éste dedicado al tema de los retratos y que ilustra su portada con una foto del general Emiliano Zapata. Se ha traído a Zapata a la casa de Carranza, dijo Taibo al mostrar un ejemplar de este número, que incluye desde daguerrotipos hasta retratos contemporáneos.
Mientras, la entrega 31 centra su atención en el acervo fotográfico de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, uno de los tan preciados paraísos.
fuente: La Jornada
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