La fotografía en tiempos de héroes
Un curso en la Universidad de Navarra ha analizado las técnicas de los fotógrafos del siglo XIX, cuando improvisaban sus propias técnicas y llevaban sus laboratorios a cuestas para tomar los primeros paisajes o los primeros retratos
JESÚS RUBIO . PAMPLONA
Eran los primeros fotógrafos, aquellos que se dedicaron a tomar imágenes mucho antes de que se formara una industria, que nacieran los carretes de película y de que la cámaras fotográficas se hicieran un objeto habitual, casi cotidiano.
De ellos, y sobre todo de sus técnicas, se ocuparon recientemente en un curso organizado en la Universidad de Navarra, que impartieron el conservador y restaurador de fotografías antiguas Ángel Fuentes de Cía y Asunción Domeño Martínez de Morentin, profesora de Historia del Arte. "Aquellos primeros fotógrafos eran unos avanzados, gentes procedentes de distintos ámbitos que experimentaban", explica Domeño. "Cada uno era una variable, tenía su propia fórmula, su propio librillo. La fotografía en aquella época era una carrera que intentaba salvar obstáculos y obtener una toma más perdurable en el tiempo".
Fuentes destaca que esos fotógrafos eran personas que necesitaban buenos conocimientos de química y de física, especialmente óptica. Y que se exponían a riesgos que hoy, en los días de la fotografía digital, serían impensables. "Trabajaban según prueba y error y revelaban con agentes químicos muy tóxicos. Arriesgaban intelectual, económica y físicamente".
En la segunda mitad del siglo XIX un puñado de fotógrafos, fundamentalmente franceses e ingleses, viajaron a España "atraídos por la imagen exótica, romántica" del país. Eran los grandes tiempos del romanticismo y personas como Jean Laurent o Louis de Clercq recorrían en burro o a pie trochas y caminos cargados con todo su equipo a cuestas, "con laboratorios que pesaban entre 50 y 300 kilos. Muchas veces estaban obligados a revelar en cuanto tomaban la foto", para poder sacar la siguiente.
Estos fotógrafos buscaban sobre todo paisajes, inmortalizar imágenes similares a las que hoy se ven en las postales. Tampoco las técnicas de entonces les dejaban mucho más. "La técnica del papel a la sal exigía un tiempo de exposición muy largo, por lo que no se podía fotografiar la figura humana ni nada en movimiento.
La conservación
Fuentes y Carreño creen que es necesario transmitir la necesidad de conservar aquellas imágenes que pueden parecer primitivas. "Nos toca defender la distinción entre información fotográfica y fotografía", define Fuentes. "Si fueran lo mismo, bastaría con digitalizar esas fotos y obtener la información que contienen. Pero hay que tener en cuenta que en los inicios de la fotografía, cada registro exigía muchos conocimientos".
Fuentes asegura que se topa con frecuencia con "falta de sensibilidad, con gente que no es capaz de entender el valor de algo que han conseguido unas generaciones anteriores a la nuestra". Además, añade el conservador, la fotografía antigua se enfrenta al problema de su abundancia. "Si tenemos sólo un goyalo protegemos muy bien, pero si tuviéramos 30.000 baja la atención. En la fotografía ocurre lo mismo, y raro es el archivo que no tenga un fondo más o menos copioso de material fotográfico".
Quienes sí se percató del valor de la fotografía fue la industria de aquellos tiempos, la de finales del siglo XIX. "Era la primera generación que podía guardar una memoria de cómo era cuando era un crío, cuando era joven, cuando era mayor. Además la fotografía era un vehículo de conocimiento, que permitía a la gente conocer paisajes, culturas, lugares... Si siglo y medio después nos sigue gustando, hay que imaginar el auge que tuvo entonces la fotografía. Y la industria descubrió que iba a ser un gran negocio".
Fuente: Diario de Navarra
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