Nina Berman muestra las heridas de la guerra en Iraq
La galería de Jen Bekman, el Lower East Side, recibe la que se ha calificado como la exposición de la temporada. Foto:AFP
Olga Imbaquingo. Corresponsal en Nueva York
Hablar de la guerra y aceptar que hay muchas formas de perderla ya no es un tabú, al menos para Nina Berman. Con su cámara, esta fotógrafa ha hecho lo único que los infranqueables códigos de las Fuerzas Armadas no pueden impedir: retratar el alma atormentada y los pensamientos que se desarman de esos soldados que fueron a una guerra “idiota”, como la llama el candidato presidencial Barak Obama.
Fernando Botero fue el primero, desde la trinchera del arte, que vino a Nueva York con sus seres humanos convertidos en guiñapos en Abu Ghraib, a denunciar la guerra. Pese a la presión para que esas pinturas anclen para siempre en cualquier parte que no sea Estados Unidos, se quedarán para siempre en el museo de la “izquierdosa” Universidad de Berkeley, en California.
En la fotografía han sido más quienes han levandado su voz, como James Nachtwey, y han ofrecido al público el otro lado de esta guerra que la Casa Blanca se esfuerza en ocultar. Berman optó por adelantarse a lo que en en el 2003 aún no era noticia: retratar a los que regresaban en camilla.
En esta guerra, los muertos solo son un número, un nombre en The New York Times o en el Washington Post.
Esta guerra no trae soldados en un ataúd envuelto en una bandera ni veteranos con síndromes postraumáticos o mutilados. A esos muertos en vida precisamente los buscó Berman y los deja hablar a través de sus heridas o de miradas como la del sargento Joseph Mosner que no dice nada pero lo dice todo.
‘Corazón púrpura, tras el regreso de Iraq’ se llamó la selección de fotos con las que en el 2004 Berman publicó un libro. Ahora hace una selección que pende de las paredes de Jen Bekman, una pequeña galería en el Lower East Side, en Manhattan. Estos días, la prensa la cataloga como la mejor exhibición de la temporada.
Cuando el calor del verano hace que las galerías se den un descanso, Berman irrumpe con una exhibición que dispara al centro de los ojos la certeza de que la guerra trae horribles consecuencias. Y, sin embargo, aún queda el amor.
Sin amor cómo iba a ser posible esa estremecedora fotografía de un soldado y su novia, que deciden casarse en Illinois. Ella, Renee Kline, de 21 años, de blanco y muy guapa, sin un rastro de alegría y con expresión de miedo; él, Ty Ziegel de 24 años, con su traje de etiqueta de marino y las medallas de combate en el pecho, mirándola a ella con el rostro de un desfigurado, sin nariz, sin quijada, sin orejas, con ojos que son dos hoyos diminutos. Él, un muerto vivo de la guerra de Iraq, ella una víctima colateral de la misma guerra.
Ziegel fue atrapado en un tanque de guerra después de que una bomba humana suicida atacó a su patrulla. El fuego derritió su rostro como a un caramelo: 19 cirugías faciales y el reemplazo de parte de los huesos de su cara con material plástico se necesitaron para salvar la vida de este ex marino.
Esta fotografía y otras más han estado recorriendo el país y llegan a Nueva York, pero ninguna como esta o la del sargento Mosner estremecen tanto como ver que la alegría de los 22 años del soldado Luis Calderón no podrá ir muy lejos. Una pared de concreto que tenía pintado el rostro de Saddam Hussein se desplomó sobre su cuerpo en Bagdad hasta dejarlo tetrapléjico.
Son fotos que deliberadamente hacen odiar esta guerra. Después de todo el arte, en este caso la fotografía, es libre de conmocionar los sentidos y condensar la soledad del mundo sin lamentaciones: porque para estos soldados fotografiados fue ‘cool’ estar en Iraq.
La muestra no puede evitar poner en la mente del expectador opiniones políticas sobre la guerra. Es una exhibición política: aunque Berman diga lo contrario sus fotografías hablan por sí mismas… y dicen muchísimo.
La autora de las fotos
Nina Berman, fotógrafa neoyorquina, empezó a fotografiar a los soldados heridos que venían de Iraq desde el 2003, cuando aún ellos estaban en ‘shock’ y aseguraban que estaban dispuestos a volver al lugar de combate.
La fotografía de los novios fue la ganadora del premio mundial de fotoperiodismo, en la categoría de Retratos. Desde ese momento, ha rodado por Paris Match, Stern, Fortune, Mother Jones o el New York Times.
Fuente: El Comercio
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