El oro de nuestros tiempos
Texto: Alejandra Platt
Las ocupaciones de las mejores tierras de todo México están abarcadas por familias extranjeras que empezaron a llegar a este país desde la Conquista hasta nuestra época. Estas tierras, que fueron propiedad indígena, no han dejado de ser “el oro de todos nuestros tiempos”.
Al verse invadidos por los españoles, los indígenas pensaban que sus dioses los habían abandonado, y que toda la tradición heredada de sus antepasados era una mentira; por tal motivo, empezaron a morir de tristeza. A escasos diez años de la Conquista, acaeció un hecho que tendría enorme influencia, tanto en la religión como en la cultura del nuevo México: entre el 9 y 12 de diciembre de 1531 se produjeron seis apariciones consecutivas de la Virgen de Guadalupe; se le apareció a Juan Diego, quien dio testimonio de ello, mientras que los mismos indígenas creyeron en él, dejándose catequizar por los misioneros españoles.
El mensaje de la Virgen es que todos somos hijos de una misma Madre. La imagen tiene suficientes símbolos “occidentales” que, al mirarlos, quedaba evidente para los españoles la realidad divina que estaban presenciando. Para los indígenas la Virgen utilizó su mismo lenguaje, y hasta la propia imagen en la tilma de Juan Diego es un códice lleno de significados fácilmente comprendidos por ellos.
Mi ascendencia empezó con la llegada de Richard Platt, de Inglaterra (1604-1685), quien fue a Estados Unidos en 1638; siete genera-ciones después nació mi bisabuelo, Frederick Platt (1841-1893).
En 1867, mi bisabuelo tomó la decisión de salir de Nueva York, para dirigirse a California. En su camino, Frederick decidió ir a Sonora por la “fiebre del oro”, llegando al pueblo de Lecoripa, donde todavía los indígenas estaban peleando por su territorio. En esa época, el gobierno despojaba de sus tierras a los indígenas para vendérselas a extranjeros casados con mexicanas, el mismo caso en que se encontraba mi bisabuelo.
Es aquí donde comienza mi necesidad de fotografiar a mis antepasados, por el afán de encontrar mis raíces indígenas, mi historia familiar y mi obsesión por saber lo que no sé.
En mi búsqueda de alguna evidencia sobre lo que pasó en los años en que mi bisabuelo llegó a Sonora, encontré una masacre que se suscitó en 1868, en la cual ocurrieron muchos enfrentamientos entre indígenas y blancos (ansiosos de apoderarse de las tierras de los primeros). En ese año, el gobierno federal ordenó, un 18 de febrero por la noche, la matanza de 600 indios yaquis prisioneros en la iglesia de Bacum.
Las tierras de mi familia se han ido pasando de generación en generación; primero a mi abuelo Federico (1876-1958); después a mi padre (1917-1981). A él lo escuchaba decir que, cuando tenia más o menos nueve años, veía a unos hombres de pelo largo cabalgar en caballos sin sillas, con arcos y flechas, y que estos los perseguían. Ahora las nuevas generaciones se han encontrado con tierras endeudadas por las nuevas formas de vida que llevamos, sin percatarnos del mal que hacemos.
Mi búsqueda ante esta situación es saber lo que no sé, y lo que creo que nunca voy a saber y entender. El saber que las generaciones de mi familia han vivido de tierras que pertenecían a los indígenas, y que sé que no es la única familia de nuestra nación, sino que somos la mayoría, me invitan a demostrar con este trabajo una profunda admiración por ésta, mi raza, por mis antepasados no de Estados Unidos, sino de México; me queda sólo ofrecerles estas fotografías como un homenaje al sufrimiento que todavía continuamos causando… sin saber lo que no sabemos.
ALEJANDRA PLATT
Nació en Hermosillo, Sonora, en 1960. Reside entre Sonora y Arizona. Beca de Coinversión del FONCA, 1999, con el proyecto “En el nombre de Dios” y el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sonora, 1993, con el proyecto “Hijos del Sol”.
Ha realizado 27 exposiciones individuales y entre las más importantes se encuentran: Arizona State Museum con exhibición y conferencia “En el nombre de Dios”, Tucson, Arizona, EU, 2003; The Mexican Community Center y el Consulado General de México, The Center for Mexican American Studies & the College of Liberal Arts of the University of Texas of Austin, con exposición y conferencia “En el nombre de Dios”, Austin, Texas, USA, 2002. Presentación del libro “En el nombre de Dios”, Centro de la Imagen, México, DF, 2000. Y Museo José Luis Cuevas con “Hijos del Sol”, México, DF, 1996.
Entre las colectivas destacan “Fotógrafos Mexicanos”, Fotoseptiembre, Tucson, Arizona, USA, 2003.“Homenaje al Padre Kino”, Segno, Trento, Italia, 2002. “Muestra de Fotografía Latinoamericana”, San Juan, Puerto Rico, 1997 y en México, DF, 1996. “Con Ojos de Mujer”, Lima, Perú, Amberes, Bélgica y Madrid, España, 1996 y Beijing, China, 1995. Y la “VI Bienal de Fotografía”, México, DF, 1994.
Sus obras se encuentran en colecciones particulares en Tucson, Arizona, USA, 2003 y en Hermosillo, Sonora, 2002. En diferentes instituciones y museos como la Fundación Frank Waters, Taos, New Mexico, EU, 2002. Museo de Antropología e Historia, INAH, México, DF, 2000. Museo de Santo Domingo, INAH, Oaxaca, Oax., 1998. Universidad de Sonora, Hermosillo, Sonora, 1996. Y el Instituto Sonorense de Cultura, Hermosillo, Sonora.
Las ocupaciones de las mejores tierras de todo México están abarcadas por familias extranjeras que empezaron a llegar a este país desde la Conquista hasta nuestra época. Estas tierras, que fueron propiedad indígena, no han dejado de ser “el oro de todos nuestros tiempos”.
Al verse invadidos por los españoles, los indígenas pensaban que sus dioses los habían abandonado, y que toda la tradición heredada de sus antepasados era una mentira; por tal motivo, empezaron a morir de tristeza. A escasos diez años de la Conquista, acaeció un hecho que tendría enorme influencia, tanto en la religión como en la cultura del nuevo México: entre el 9 y 12 de diciembre de 1531 se produjeron seis apariciones consecutivas de la Virgen de Guadalupe; se le apareció a Juan Diego, quien dio testimonio de ello, mientras que los mismos indígenas creyeron en él, dejándose catequizar por los misioneros españoles.
El mensaje de la Virgen es que todos somos hijos de una misma Madre. La imagen tiene suficientes símbolos “occidentales” que, al mirarlos, quedaba evidente para los españoles la realidad divina que estaban presenciando. Para los indígenas la Virgen utilizó su mismo lenguaje, y hasta la propia imagen en la tilma de Juan Diego es un códice lleno de significados fácilmente comprendidos por ellos.
Mi ascendencia empezó con la llegada de Richard Platt, de Inglaterra (1604-1685), quien fue a Estados Unidos en 1638; siete genera-ciones después nació mi bisabuelo, Frederick Platt (1841-1893).
En 1867, mi bisabuelo tomó la decisión de salir de Nueva York, para dirigirse a California. En su camino, Frederick decidió ir a Sonora por la “fiebre del oro”, llegando al pueblo de Lecoripa, donde todavía los indígenas estaban peleando por su territorio. En esa época, el gobierno despojaba de sus tierras a los indígenas para vendérselas a extranjeros casados con mexicanas, el mismo caso en que se encontraba mi bisabuelo.
Es aquí donde comienza mi necesidad de fotografiar a mis antepasados, por el afán de encontrar mis raíces indígenas, mi historia familiar y mi obsesión por saber lo que no sé.
En mi búsqueda de alguna evidencia sobre lo que pasó en los años en que mi bisabuelo llegó a Sonora, encontré una masacre que se suscitó en 1868, en la cual ocurrieron muchos enfrentamientos entre indígenas y blancos (ansiosos de apoderarse de las tierras de los primeros). En ese año, el gobierno federal ordenó, un 18 de febrero por la noche, la matanza de 600 indios yaquis prisioneros en la iglesia de Bacum.
Las tierras de mi familia se han ido pasando de generación en generación; primero a mi abuelo Federico (1876-1958); después a mi padre (1917-1981). A él lo escuchaba decir que, cuando tenia más o menos nueve años, veía a unos hombres de pelo largo cabalgar en caballos sin sillas, con arcos y flechas, y que estos los perseguían. Ahora las nuevas generaciones se han encontrado con tierras endeudadas por las nuevas formas de vida que llevamos, sin percatarnos del mal que hacemos.
Mi búsqueda ante esta situación es saber lo que no sé, y lo que creo que nunca voy a saber y entender. El saber que las generaciones de mi familia han vivido de tierras que pertenecían a los indígenas, y que sé que no es la única familia de nuestra nación, sino que somos la mayoría, me invitan a demostrar con este trabajo una profunda admiración por ésta, mi raza, por mis antepasados no de Estados Unidos, sino de México; me queda sólo ofrecerles estas fotografías como un homenaje al sufrimiento que todavía continuamos causando… sin saber lo que no sabemos.
ALEJANDRA PLATT
Nació en Hermosillo, Sonora, en 1960. Reside entre Sonora y Arizona. Beca de Coinversión del FONCA, 1999, con el proyecto “En el nombre de Dios” y el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sonora, 1993, con el proyecto “Hijos del Sol”.
Ha realizado 27 exposiciones individuales y entre las más importantes se encuentran: Arizona State Museum con exhibición y conferencia “En el nombre de Dios”, Tucson, Arizona, EU, 2003; The Mexican Community Center y el Consulado General de México, The Center for Mexican American Studies & the College of Liberal Arts of the University of Texas of Austin, con exposición y conferencia “En el nombre de Dios”, Austin, Texas, USA, 2002. Presentación del libro “En el nombre de Dios”, Centro de la Imagen, México, DF, 2000. Y Museo José Luis Cuevas con “Hijos del Sol”, México, DF, 1996.
Entre las colectivas destacan “Fotógrafos Mexicanos”, Fotoseptiembre, Tucson, Arizona, USA, 2003.“Homenaje al Padre Kino”, Segno, Trento, Italia, 2002. “Muestra de Fotografía Latinoamericana”, San Juan, Puerto Rico, 1997 y en México, DF, 1996. “Con Ojos de Mujer”, Lima, Perú, Amberes, Bélgica y Madrid, España, 1996 y Beijing, China, 1995. Y la “VI Bienal de Fotografía”, México, DF, 1994.
Sus obras se encuentran en colecciones particulares en Tucson, Arizona, USA, 2003 y en Hermosillo, Sonora, 2002. En diferentes instituciones y museos como la Fundación Frank Waters, Taos, New Mexico, EU, 2002. Museo de Antropología e Historia, INAH, México, DF, 2000. Museo de Santo Domingo, INAH, Oaxaca, Oax., 1998. Universidad de Sonora, Hermosillo, Sonora, 1996. Y el Instituto Sonorense de Cultura, Hermosillo, Sonora.
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