La obra de Arbus, al Metropolitano de NY

El MET está de plácemes al ser depositario del archivo completo de la fotógrafa estadunidense Diane Arbus.

Aspecto del archivo de la fotógrafa que incluye correspondencia, blocks de notas y otros escritos, como fue exhibido en el MET en 2005. Foto: Cortesía del Museo Metropolitano de Arte

	En marzo de 2005, cuando el Museo Metropolitano de Arte (MET) de Nueva York abría la muestra Diane Arbus: Revelaciones, el director de la institución Philippe de Montebello, declaró: “Las fotografías de Diane Arbus, que han permeado la imaginación popular desde el tiempo de su muerte –se suicidó 1971–, están entre las imágenes más fascinantes de la última mitad del siglo”. Su trabajo, agregaba, “es hoy tan fascinante y controversial como cuando sus fotos fueron vistas por primera vez”. Casi tres años después, el MET está de plácemes al ser depositario del archivo completo de la fotógrafa estadunidense. Sus herederos donaron “cientos de fotografías de Arbus tempranas y únicas, negativos y hojas de contacto de siete mil 500 rollos de película, así como su colección de fotografía, su biblioteca y sus papeles personales, incluyendo libros de citas, blocks de notas, correspondencia, escritos y efemérides”, informó el MET en un comunicado. La colección abarca desde sus primeras obras, entre las que destaca “Niño enmascarado con sus amigos”, tomada en Coney Island, Nueva York, en 1956, hasta la que fue una de sus últimas imágenes, “Pareja ciega en su recámara”, realizada en el barrio de Queens, en 1971. En una época en la comenzaba el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, su cámara captó a quienes llevaban una existencia diferente: enanos, gigantes, enfermos mentales, prostitutas, travestis y gente común en actitudes inusuales. Su mirada no era de conmiseración o morbo, sino la de alguien que se asoma al mundo de esta gente y se gana el derecho de permanecer en él para registrarlo. Hoy en día sujetos como los que Diane Arbus fotografió son exhibidos en televisión, sobre todo en talk shows en donde sus diferencias son objeto de escarnio, o en revistas sensacionalistas. Arbus los mostraba con respeto y fascinación, dichosa de acceder a un mundo que creaba sus propias reglas. En la revista Almacén la fotógrafa Maricela Murcia recoge un testimonio de Arbus: “Freaks ha sido lo que más he fotografiado. Fue de lo primero que fotografié y ha sido terriblemente motivador para mí. Simplemente solía adorarlos. Aún adoro a algunos de ellos. Con esto no quiero decir que sean mis mejores amigos, ellos me han hecho sentir una mezcla de vergüenza, temor y asombro. Existe una especie de leyenda acerca de los/las freaks. Como esa persona que en un cuento de hadas te detiene y te exige que resuelvas un acertijo. La mayoría de la gente se pasa su vida temiendo pasar por una experiencia traumática. Los freaks nacieron con sus traumas. Ellos ya han pasado su prueba. Son aristócratas.” El MET celebra que gracias a Doon y Amy Arbus la obra completa de su madre estará a disposición de los investigadores y el público. Este material “será usado por esta y futuras generaciones para trazar la evolución de las ideas visuales de la fotógrafa a través de un entendimiento paralelo de las condiciones individuales y culturales que moldearon y estimularon ese desarrollo”. Un ojo imperturbable Cuando Random House editó el libro Diane Arbus: Revelations, con dos centenares de fotografías, un ensayo de Sandra S. Philips, curadora de fotografía del Museo de Arte Moderno de San Francisco, un texto sobre sus técnicas de impresión, una cronología y una serie de textos de la propia artista, el fotógrafo Frank van Riper comentó: “Finalmente, aunque de manera figurada, hay flores en su tumba”. En su reseña para Camera Works Van Riper escribió: “Fue una de las fotógrafas más influyentes de su tiempo, aunque con mucha frecuencia fue descartada como voyeur: una simple cronista de freaks e inadaptados. De hecho, Diane Arbus aportó un ojo imperturbable, perspicaz a la parte de abajo de la sociedad y a sus habitantes patéticos, heroicos, espantosos, hilarantes, demasiado humanos. Raramente el juicio marcó su trabajo; sólo un ojo de águila para la composición y el momento perfecto...”
	México. Xavier Quirarte

Fuente: Milenio